La Consultoría Psicológica: Definición y Ámbitos de Aplicación

La consultoría psicológica es una rama de la psicología que se centra en proporcionar asesoramiento y orientación a individuos, grupos u organizaciones con el fin de promover el bienestar mental y resolver problemas específicos. A diferencia de la psicoterapia o psicología clínica, que a menudo se enfoca en tratar trastornos mentales severos, la consultoría psicológica tiende a abordar problemas cotidianos y situaciones de estrés que no necesariamente implican una enfermedad mental, facilitando el proceso de incorporación de nuevos repertorios de conductuales o cognitivos, desarrollo personal mediante la incorporación de actitudes tales como la autenticidad, la aceptación incondicional y la comprensión empática, ofreciendo un contexto de seguridad emocional capaz de generar un vínculo de confianza que hace posible la autoexploración y la transformación de la persona.

La consultoría psicológica considera al ser humano como un ser libre y responsable, capaz de asumir la conciencia de sí mismo. Aunque una persona tenga un pasado inalterable, siempre está en condiciones de recorrer un camino de aprendizaje, libre para cambiar su actitud frente a los recuerdos y para responder de manera diferente a las situaciones presentes. Se espera que el consultante esté dispuesto a revisar sus actitudes y conductas que impiden su desarrollo normal y a asumir la responsabilidad que esto implica.

Como una modalidad de ayuda que surge de la Psicología, la consultoría psicológica es una especialidad en sí misma. Basada en la Psicología de la Normalidad, esta disciplina concibe al organismo humano como un sistema dinámico, abierto, complejo, activo y reactivo, en libre intercambio con el entorno. Afirma que el ser humano posee enormes potenciales y recursos internos para el crecimiento y cree en una tendencia firme hacia el desarrollo y la actualización de estas capacidades. Este proceso solo es posible dentro de un marco de actitudes y vínculos facilitadores, que apoyan y fomentan el desarrollo personal y el bienestar emocional del individuo.

Definición de Consultoría Psicológica

La consultoría psicológica es un proceso colaborativo en el cual un consultor, que es un profesional de la salud mental, trabaja con el cliente para identificar problemas, explorar opciones y desarrollar estrategias efectivas para alcanzar objetivos específicos. Este tipo de consultoría se basa en técnicas y principios de la psicología para facilitar cambios positivos y el desarrollo personal.

Según la Asociación Americana de Psicología (APA), la consultoría psicológica implica la aplicación de una serie de enfoques teóricos y metodológicos con el objetivo de mejorar la adaptación, el desarrollo y la capacidad de enfrentar desafíos en la vida diaria (APA, 2020).

Ámbitos de Aplicación de la Consultoría Psicológica

La consultoría psicológica se puede aplicar en una variedad de contextos, incluyendo pero no limitándose a:

  1. Consultoría Organizacional:
    • Desarrollo de Liderazgo: Ayuda a los líderes y ejecutivos a desarrollar habilidades de liderazgo efectivas y a manejar el estrés laboral.
    • Mejora del Clima Laboral: Trabaja con equipos para mejorar la comunicación, la colaboración y el ambiente de trabajo en general.
    • Gestión del Cambio: Asiste a las organizaciones en procesos de cambio, tales como reestructuraciones o fusiones, para minimizar el impacto negativo en los empleados.
  2. Consultoría Educativa:
    • Asesoramiento Académico: Ayuda a los estudiantes a desarrollar habilidades de estudio y a planificar sus carreras académicas y profesionales.
    • Intervención en Crisis: Proporciona apoyo en situaciones de crisis, como el acoso escolar o eventos traumáticos.
    • Orientación Vocacional: Asiste a los jóvenes en la toma de decisiones sobre sus futuros educativos y profesionales.
  3. Consultoría en Salud Mental:
    • Manejo del Estrés y la Ansiedad: Proporciona estrategias para gestionar el estrés y la ansiedad en la vida cotidiana.
    • Problemas de Relaciones: Ayuda a individuos y parejas a mejorar sus relaciones interpersonales y resolver conflictos.
    • Desarrollo Personal: Facilita el crecimiento personal y el autoconocimiento, ayudando a las personas a alcanzar sus metas personales.
  4. Consultoría en el Ámbito Social:
    • Intervención Comunitaria: Trabaja con comunidades para abordar problemas sociales y mejorar el bienestar comunitario.
    • Asesoramiento a Grupos Vulnerables: Proporciona apoyo a grupos que enfrentan desafíos específicos, como inmigrantes, refugiados o personas con discapacidades.

Conclusión

La consultoría psicológica es una disciplina versátil que ofrece apoyo en diversas áreas de la vida, desde el ámbito organizacional hasta el educativo y el personal. Su objetivo principal es empoderar a las personas y las organizaciones para que puedan enfrentar desafíos, mejorar su bienestar y alcanzar sus objetivos.

Referencias

  • American Psychological Association. (2020). Counseling Psychology.
  • Corey, G. (2013). Theory and Practice of Counseling and Psychotherapy. Cengage Learning.
  • Gelso, C. J., & Fretz, B. R. (2014). Counseling Psychology. American Psychological Association.

La Psicología: Ciencia, Grado y Profesión

La psicología, como disciplina, trasciende su mera conceptualización científica, manifestándose en múltiples dimensiones que incluyen su naturaleza como ciencia empírica, su rol en la educación superior y su aplicación profesional (American Psychological Association [APA], 2017). Esta multiplicidad de facetas contribuye a su riqueza y complejidad como campo de estudio y práctica.

La Psicología como Ciencia:
La fundamentación científica de la psicología se basa en métodos rigurosos de investigación y análisis. Según Kazdin (2018), la psicología emplea diversos métodos científicos, incluyendo experimentos controlados, estudios observacionales y análisis cualitativos, para comprender los procesos mentales y el comportamiento humano. Las diferentes ramas de la psicología, como la cognitiva, social y del desarrollo, emplean metodologías específicas adaptadas a sus objetos de estudio (Miller, 2019).

La Psicología como Grado Universitario:
Los programas universitarios en psicología integran teoría y práctica en un currículo estructurado. De acuerdo con García-Vera et al. (2020), la formación académica en psicología debe equilibrar el conocimiento teórico con las competencias prácticas necesarias para el ejercicio profesional. Los planes de estudio contemporáneos enfatizan tanto la base científica como las habilidades aplicadas.

La Psicología como Profesión:
El ejercicio profesional de la psicología representa la aplicación práctica del conocimiento científico y académico. Según Fernández-Hermida (2017), la práctica profesional de la psicología requiere una formación específica y está regulada por normativas que varían según el país y la jurisdicción. Los psicólogos profesionales pueden desempeñarse en diversos ámbitos, desde la práctica clínica hasta la investigación aplicada.

A pesar de estas distinciones, es crucial reconocer la interconexión entre estas dimensiones de la psicología. La ciencia fundamenta la comprensión teórica que luego se enseña en programas académicos. A su vez, estos programas proporcionan la base educativa para quienes buscan dedicarse a la psicología como profesión. Sin embargo, es vital destacar que no todos los profesionales de la psicología se dedican exclusivamente a la práctica clínica; muchos también participan activamente en la investigación, contribuyendo al desarrollo y avance de la disciplina.

En conclusión, la psicología es un campo complejo que abarca la ciencia, el estudio universitario y la práctica profesional, cabe destacar que en estás dos últimas áreas en la actualidad se les denomina psicólogos a quienes han cursado la carrera como quienes ejercen la profesión. Cada dimensión enriquece y complementa a las demás, creando un ciclo continuo de conocimiento, aplicación y mejora. La comprensión completa de la psicología requiere apreciar la interdependencia entre su naturaleza científica, su enseñanza académica y su aplicación práctica en la vida cotidiana.

Referencias:
American Psychological Association. (2017). Ethical principles of psychologists and code of conduct. American Psychologist, 57(12), 1060-1073.

Fernández-Hermida, J. R. (2017). La psicología como profesión sanitaria. Papeles del Psicólogo, 38(1), 1-8.

García-Vera, M. P., Sanz, J., & Gutiérrez, S. (2020). La formación académica del psicólogo en España. Psicothema, 32(1), 7-15.

Kazdin, A. E. (2018). Research design in clinical psychology (5th ed.). Pearson.

Miller, G. A. (2019). The science of mental life and behavior (4th ed.). Worth Publishers.

¿Fracasar o Aprender? Por qué tus tropiezos son el camino hacia el éxito

A nadie le gusta sentir que falla. El fracaso no es solo el resultado de no alcanzar una meta; es una experiencia emocionalmente intensa. Nos golpea con una ola de frustración, tristeza y autocrítica que puede hacernos dudar de todo. Pero, ¿qué pasaría si te dijéramos que el fracaso no es un callejón sin salida, sino la puerta de entrada a tu crecimiento más grande?

Desde la psicología, entendemos el fracaso no como un final, sino como un catalizador. Es un maestro disfrazado que te ofrece lecciones valiosísimas, invisibles para quien solo ve la derrota.

Cada vez que te caes, no solo te levantas, sino que lo haces con más fuerza, más conocimiento y una nueva perspectiva.

Aquí te mostramos cómo tus «fracasos» están, en realidad, impulsando tu éxito.

1. Fracasar te enseña a aprender

Cada error es como una pieza de información que te dice qué no funcionó. En lugar de pensar

«soy un fracaso», pregúntate: «¿Qué me está enseñando esta situación?». El fracaso te obliga a analizar tus estrategias, a ajustar tu enfoque y a reflexionar sobre tu propio proceso de pensamiento. Es tu oportunidad para ser más inteligente en el siguiente intento.

2. Te conviertes en un solucionador de problemas

Cuando un camino se cierra, no te queda más remedio que buscar otro. El fracaso te saca de tu zona de confort y te fuerza a ser más creativo. Te empuja a pensar «fuera de la caja» y a encontrar soluciones innovadoras que nunca habrías considerado. Esta es una habilidad fundamental para cualquier área de tu vida.

3. Fortaleces tu resiliencia

Cada vez que te levantas después de una caída, estás construyendo tu resiliencia, esa increíble capacidad de afrontar la adversidad y recuperarte. Cada tropiezo superado refuerza la creencia en ti mismo, demostrándote que, a pesar de los reveses, eres capaz de lograr lo que te propones.

4. Ganas en eficiencia

La frustración inicial te puede llevar a un momento de claridad. Es el momento perfecto para evaluar qué recursos usaste y cómo podrías optimizarlos. ¿Tu plan falló? Analízalo. El fracaso es una oportunidad para afinar tus procesos y ser más eficaz y eficiente en el futuro.

5. Cultivas tu perseverancia

La diferencia entre un fracaso y un trampolín es tu perspectiva. Si lo ves como un obstáculo temporal en lugar de un punto final, mantienes viva tu motivación. Esta mentalidad, conocida como mentalidad de crecimiento, te impulsa a ser más determinado y a no rendirte hasta alcanzar tus objetivos.

¿Cómo transformar el fracaso en tu mayor aliado?

Afrontar un fracaso puede ser abrumador, pero existen herramientas psicológicas poderosas para transformar la experiencia en una oportunidad de crecimiento.

1. Acepta y reconoce tus sentimientos: Es normal sentir enojo, tristeza o frustración. El primer paso es permitirte sentir esas emociones sin juzgarte, sabiendo que son una reacción natural.

2. Identifica los factores externos: No todo depende de ti. Es importante diferenciar lo que está bajo tu control de lo que no. Esto te ayudará a soltar la culpa por cosas que no podías cambiar.

3. No personalices el fracaso: Un fracaso es un evento, no una definición de quién eres. No eres un fracaso; eres una persona que experimentó una situación desafiante.

4. Enfócate en tu propio proceso: Evita compararte con los demás y busca tu propia validación. Tu crecimiento es personal y único. Si te sientes abrumado por un fracaso y te cuesta avanzar, recuerda que no tienes que hacerlo solo. Un profesional de la psicología puede acompañarte para explorar y profundizar en estas herramientas, y así convertir cualquier tropiezo en una nueva forma de impulsarte hacia adelante.

El fracaso es un escalón, no un abismo.

Al final, la única vez que realmente fracasas es cuando te rindes. Mientras sigas intentando, aprendiendo y avanzando, cada tropiezo será solo un desvío, no el final del camino.

No solo te sientas orgulloso de tus éxitos, sino también de cada fracaso. Cada experiencia, buena o mala, ha sido una pieza crucial en el rompecabezas de quién eres hoy. Te han moldeado, te han enseñado y te han traído exactamente al punto donde te encuentras.

Recuerda: no estás donde empezaste. Has avanzado, has aprendido, has crecido. El fracaso es simplemente un escalón más hacia el éxito.

Gaslighting: Cuando te hacen dudar de tu propia realidad

En los últimos años, el término gaslighting ha cobrado relevancia en la psicología clínica y en el ámbito de las relaciones interpersonales. Se refiere a una forma de manipulación psicológica en la que una persona busca hacer que otra dude de sus percepciones, recuerdos e incluso de su cordura.

El origen del concepto proviene de la obra de teatro Gas Light (1938) y su adaptación cinematográfica (1944), en la cual un hombre manipula a su esposa para que piense que está perdiendo la razón, atenuando las luces de gas y negando constantemente que esto suceda (Abramson, 2014).

¿Qué es el gaslighting?

El gaslighting es una estrategia de poder y control. Implica negar hechos, distorsionar narrativas, minimizar experiencias y proyectar la culpa sobre la víctima. Este tipo de manipulación se da tanto en relaciones de pareja como en dinámicas familiares, laborales o sociales (Stern, 2018).

Por ejemplo, una persona puede decir: “Eso nunca pasó, lo estás imaginando” o “Estás exagerando, eres demasiado sensible”. Con el tiempo, la víctima comienza a dudar de sí misma y a depender cada vez más del manipulador para validar su realidad.

Consecuencias psicológicas

Las personas sometidas a gaslighting suelen experimentar:

  • Confusión constante sobre lo que es real.
  • Baja autoestima.
  • Aislamiento social.
  • Ansiedad y síntomas depresivos (Sweet, 2019).

En casos prolongados, puede afectar significativamente la identidad de la víctima y su capacidad para tomar decisiones autónomas.

Gaslighting y relaciones de poder

El gaslighting no ocurre en un vacío: está vinculado con dinámicas de poder. Se observa en relaciones abusivas, en contextos laborales donde un jefe invalida continuamente a un subordinado, e incluso en discursos políticos donde líderes buscan manipular la percepción colectiva de la realidad (Haslam, Reicher & Levine, 2019).

Reconocer estas dinámicas es fundamental para desarrollar conciencia crítica y proteger la salud mental.

¿Cómo enfrentarlo?

  1. Reconocer las señales: identificar frases que invalidan constantemente tu experiencia.
  2. Registrar experiencias: llevar un diario puede ayudar a validar tu percepción.
  3. Buscar apoyo: conversar con personas de confianza o profesionales de la salud mental.
  4. Establecer límites: no entrar en discusiones circulares con el manipulador.

El primer paso es comprender que tus emociones y percepciones son válidas. No necesitas la aprobación de alguien más para confirmar tu propia realidad.


Referencias

  • Abramson, K. (2014). Turning up the lights on gaslighting. Philosophical Perspectives, 28(1), 1–30. https://doi.org/10.1111/phpe.12046
  • Haslam, S. A., Reicher, S. D., & Levine, M. (2019). When the going gets tough: Shared social identity and the dynamics of collective resilience. Self and Identity, 18(1), 1–13. https://doi.org/10.1080/15298868.2017.1341380
  • Stern, R. (2018). The gaslight effect: How to spot and survive the hidden manipulation others use to control your life. Harmony.
  • Sweet, P. L. (2019). The sociology of gaslighting. American Sociological Review, 84(5), 851–875. https://doi.org/10.1177/0003122419874843

La confianza no es un espectro, es un interruptor

La confianza no es un espectro, es un interruptor. Y en tu relación, probablemente está apagado.

Hemos normalizado la idea de que la confianza en la pareja tiene matices. Que se puede confiar «mucho», «poco» o «más o menos». Pero esa es una lógica que aplica a un socio de negocios, a un nuevo amigo o a un colega. En el universo de la pareja, la confianza es binaria. Es un interruptor: está en ON o está en OFF. No hay un regulador de intensidad.

En otras relaciones, puedes confiar en alguien para ciertas cosas y no para otras. Confías en que tu compañero de trabajo entregará su parte del informe, pero no le contarías tus secretos más íntimos. Eso es un espectro.

En una pareja, la confianza es el cimiento sobre el cual se construye absolutamente todo. No es una pared, no es una ventana. Es la base. Y una base no puede estar «un poco» sólida. O lo está, o no lo está. Cualquier fisura significa que la estructura es inestable.

Por eso, esas «pequeñas» contradicciones que vemos a diario no son matices de la confianza. Son la prueba irrefutable de su total ausencia. Son la evidencia de que el interruptor, aunque juremos que está encendido, en realidad está en OFF.

Analicemos estas paradojas desde la lógica binaria:

«Confío en ti, pero reviso tu celular».

La Realidad Binaria: No confías. Fin de la discusión. La confianza es la ausencia de pruebas. En el instante en que buscas evidencia, has declarado tu falta de confianza. Estás operando en modo «OFF», reemplazando la certeza con la vigilancia.

«Puedes salir con quien quieras, pero mándame tu ubicación en tiempo real».

La Realidad Binaria: No confías. La confianza otorga libertad, no una libertad condicional monitoreada por GPS. Un «sí, pero…» en este ámbito es un «no» rotundo. El interruptor está en «OFF».

«No soy celoso/a, pero no me gusta que hables con esa persona».

La Realidad Binaria: No confías. La confianza respeta el criterio y la integridad de la pareja. Imponer vetos a sus interacciones sociales es una declaración directa de que no crees en su lealtad. El interruptor está en «OFF».

«Creo que eres honesto/a, pero necesito que me cuentes otra vez qué hiciste, con todos los detalles».

La Realidad Binaria: No confías. La confianza valida la palabra del otro sin necesidad de un polígrafo emocional. Someter a la pareja a un interrogatorio es tratarla como a un sospechoso. El sistema operativo es la duda, por lo tanto, el interruptor está en «OFF».

«Ya te perdoné esa infidelidad, pero la usaré como argumento en nuestra próxima pelea».

La Realidad Binaria: Ni perdonaste, ni confías. El perdón no restaura la confianza, es solo una tregua, es una paz para quien la otorga, pero seguramente no se ha accionado para una re-vinculación. Mantener el error pasado como munición demuestra que la base nunca se reconstruyó. El interruptor jamás volvió a «ON».

Dejemos de autoengañarnos. La necesidad de verificar, monitorear o limitar no es una «inseguridad tuya» que tu pareja debe «entender». Es la manifestación de una ausencia total de confianza.

En una relación de pareja, no se puede estar «un poco» embarazada. O lo estás, o no lo estás. De la misma forma, no se puede «confiar un poco». O confías plenamente, con todo lo que implica —libertad, fe, paz mental—, o simplemente no confías. Y es crucial que seamos honestos sobre en qué posición está realmente nuestro interruptor.

Transformemos el estigma: otra forma de entender la depresión

La teoría de la activación conductual en el tratamiento de la depresión está respaldada por una sólida base científica, con medidas específicas desarrolladas para evaluar sus componentes. Esta aproximación terapéutica, no considera que los factores conductuales sean los únicos relevantes para la depresión, sino que la depresión es un trastorno que afecta múltiples sistemas y que el cambio de comportamiento, dentro de una relación terapéutica auténtica y comprensiva, es una forma efectiva de abordarlo.

En otras palabras, representa una justificación que puede ser menos estigmatizante que las narrativas biológicas sobre la depresión, ya que no atribuye la depresión a causas internas exclusivamente. Esta flexibilidad puede ser especialmente valiosa para llegar a poblaciones subrepresentadas, donde el estigma y las diferencias culturales pueden ser barreras significativas para el tratamiento. Sumado a esto, este enfoque procura liberar al paciente de sentimientos de culpabilidad, entendiendo la depresión como una forma de enfrentarse a unas circunstancias vitales adversas.

Por otro lado, la investigación ha demostrado que se producen cambios cognitivos y neurobiológicos después de un tratamiento exitoso. En cuanto a esto último, la teoría de la activación conductual se alinea con la investigación neurobiológica sobre los circuitos de recompensa y la depresión, lo que permite identificar mediadores biológicos, demográficos, conductuales y ambientales, y moderadores de los resultados del tratamiento. A modo de inciso, recordemos aquí que la terapia de activación conductual no se focaliza en factores bioquímicos o cognitivos (pensamientos distorsionados o irracionales, sesgos perceptivos, esquemas, etc.) como factores mantenedores del trastorno, sino que se interesa por la obtención de reforzamiento positivo a través de conductas observables (Barraca, 2010).

Es una forma distinta de comprender y abordar la depresión, en contraste con el enfoque que la clínica tradicional ha utilizado para tratar lo que clasifica como un trastorno.

Referencia:
Barraca, J. (2010). La activación conductual en la depresión: Fundamentos y aplicaciones clínicas. Madrid: Ediciones Pirámide.

¿Por qué alguien permanece en una relación donde ve al otro con un problema «patológico»? ¿Y por qué ese “otro” permanece con alguien que lo ve como tal?

Desde la psicología clínica:

• Identificación del otro como “trastornado” no siempre implica distancia emocional. Muchas veces, incluso después de reconocer rasgos narcisistas (que es el trastorno de personalidad más popular en los seudo-divulgadores en Tik Tok) o de otro trastorno, la persona sigue esperando que cambie, que se cure, o que “por amor” modifique su comportamiento.
• Ambivalencia emocional: se puede tener claridad cognitiva (“sé que esto no está bien”) pero no fuerza emocional (“no puedo soltar esta relación”). Esto es muy común en vínculos con dependencia emocional.
• Dinámicas complementarias disfuncionales: la persona que identifica al otro como “trastornado” puede estar asumiendo un rol de salvador, mártir o terapeuta dentro de la relación. Este rol sostiene la relación por gratificación narcisista invertida: “yo lo aguanto, yo lo entiendo, yo soy especial porque me necesita”.

Desde el análisis funcional:
• La etiqueta de “trastorno” muchas veces aparece como una verbalización que justifica el aguante: “no es que sea malo, es que tiene un trastorno, no puede evitarlo”. Esto reduce la disonancia cognitiva y justifica la permanencia.
• Para quien es identificado como narcisista o con TLP, quedarse puede responder a refuerzos sociales, económicos, o simplemente al hecho de tener alguien que gira alrededor de él, lo que refuerza su sentido de control o validación.

Desde el enfoque sistémico:
• Ambos cumplen funciones dentro del sistema relacional. A veces, el conflicto es una forma de conexión: aunque sea destructivo, sigue siendo vínculo. Esto genera un “pegamento” que es más fuerte que la lógica racional.

Permanecer en una relación donde el otro es visto como «trastornado» (aunque mi modelo no utiliza etiquetas) no siempre es una paradoja absurda, sino el resultado de estructuras internas no resueltas, patrones vinculares aprendidos, y beneficios secundarios que ambas partes pueden estar obteniendo (aunque a un alto costo emocional).


Referencias:



Millon, T., Grossman, S., Millon, C., Meagher, S., & Ramnath, R. (2004). Personality Disorders in Modern Life (2nd ed.). Wiley.



Kernberg, O. F. (2009). The Inseparable Nature of Love and Aggression: Clinical and Theoretical Perspectives. American Psychiatric Publishing.



Minuchin, S. (1974). Families and Family Therapy. Harvard University Press.



Haley, J. (1980). Leaving Home: The Therapy of Disturbed Young People. McGraw-Hill.



Hayes, S. C., Barnes-Holmes, D., & Wilson, K. G. (2012). Acceptance and Commitment Therapy: The Process and Practice of Mindful Change. Guilford Press.



Luciano, C., & Valverde, C. (1999). Análisis funcional de la conducta: un enfoque contextual de la conducta humana. Revista de Psicología General y Aplicada, 52(1), 43-67.

El efecto Dunning-Kruger: cuando sabemos menos de lo que creemos

El efecto Dunning-Kruger es un sesgo cognitivo en el que las personas con bajos niveles de habilidad o conocimiento en un área tienden a sobreestimar su competencia. En otras palabras, cuanto menos sabemos, más creemos saber.

¿Por qué sucede esto?

Según Dunning y Kruger (1999), este fenómeno ocurre porque las mismas habilidades necesarias para desempeñarse bien en una tarea también son las que permiten evaluar correctamente el propio desempeño. Cuando alguien carece de conocimiento en un área, también carece de la capacidad de reconocer sus propias limitaciones.

La curva del efecto Dunning-Kruger

1️⃣ Pico de la ignorancia confiada: Con poco conocimiento, se experimenta un exceso de confianza.

2️⃣ Valle de la desesperación: Al aprender más, se toma conciencia de lo mucho que falta por saber.

3️⃣ Ascenso del conocimiento: Con el tiempo y la práctica, la confianza crece, pero de manera más realista.

Ejemplo en la vida cotidiana

Este efecto se observa en múltiples áreas:

🔹 Alguien con poco conocimiento en nutrición que se considera un experto en dietas.

🔹 Individuos con poca experiencia en política que creen tener soluciones sencillas a problemas complejos.

🔹 En psicoterapia, pacientes con una comprensión superficial de la mente que minimizan la formación de los profesionales.

¿Cómo evitar caer en este sesgo?

✔ Buscar retroalimentación objetiva.

✔ Mantener una mentalidad de aprendizaje continuo.

✔ Ser consciente de que la confianza no siempre equivale a competencia.

✔ Escuchar a expertos en lugar de basarnos solo en nuestras opiniones.

📚 Referencias

• Dunning, D., & Kruger, J. (1999). Unskilled and unaware of it: How difficulties in recognizing one’s own incompetence lead to inflated self-assessments. Journal of Personality and Social Psychology, 77(6), 1121-1134.

• Pennycook, G., & Rand, D. G. (2019). The illusion of explanatory depth and individual differences in knowledge perception. Psychonomic Bulletin & Review, 26(3), 751-759.

¿Y si no soy mi tipo? El dilema del amor propio

Si el amor propio significa enamorarme de mí mismo… ¿qué pasa si no soy mi tipo? ¿Tengo que soportarme en las malas y en las peores, como en un matrimonio arreglado conmigo mismo? Es un dilema digno de una comedia romántica existencial: por un lado, los psicólogos humanistas insisten en que debo quererme, pero por otro, mi reflejo en el espejo a veces me devuelve una mirada de “meh”.

Tal vez el truco no sea enamorarme de mí mismo como en una novela rosa, sino tratarme como un amigo que realmente me cae bien. Porque, seamos honestos, no todos los días nos sentimos encantadores. Hay días en los que uno se siente más como un villano de telenovela que como el protagonista inspirador de su propia historia. Y eso está bien. Después de todo, el amor propio no es un flechazo instantáneo, sino una relación a largo plazo llena de altibajos… y terapia.

El amor propio es un concepto ampliamente utilizado en la cultura popular para referirse a la aceptación y valoración de uno mismo. Sin embargo, desde la psicología, este término puede desglosarse en componentes más específicos: autovalor, autoconcepto y autoeficacia. Estos elementos no solo influyen en la percepción personal, sino que también determinan la manera en que un individuo enfrenta la vida y las relaciones interpersonales (Rosenberg, 1965; Bandura, 1997).

Autovalor: La Base del Amor Propio

El autovalor se refiere a la percepción de la propia valía y se relaciona estrechamente con la autoestima. Rosenberg (1965), en su estudio sobre la autoestima, argumenta que la forma en que una persona se valora a sí misma influye en su bienestar emocional y en su conducta social. Un alto autovalor permite establecer límites saludables y evitar relaciones o entornos dañinos (Branden, 1994).

Por ejemplo, en la novela Jane Eyre de Charlotte Brontë, la protagonista muestra un alto autovalor al rechazar a Rochester cuando descubre su matrimonio previo. A pesar de su amor por él, Jane prioriza su dignidad y principios personales, reflejando un fuerte sentido de amor propio basado en el autovalor.

Autoconcepto: La Imagen de Uno Mismo

El autoconcepto es la representación mental que una persona tiene sobre sí misma, incluyendo sus habilidades, rasgos y valores (Baumeister, 1999). Una distorsión en el autoconcepto puede afectar negativamente el amor propio, ya que una visión negativa de uno mismo puede generar inseguridad y ansiedad (Marsh & Shavelson, 1985).

Un ejemplo narrativo lo encontramos en El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde, donde el protagonista desarrolla un autoconcepto basado en la imagen externa en lugar de en su verdadero ser. A medida que su retrato envejece y se corrompe, su autoconcepto se deteriora, evidenciando la importancia de una percepción equilibrada de sí mismo en el desarrollo del amor propio.

Autoeficacia: Creer en la Propia Capacidad

El psicólogo Albert Bandura (1997) definió la autoeficacia como la creencia en la propia capacidad para enfrentar desafíos y alcanzar metas. La autoeficacia es un pilar clave del amor propio, ya que una persona que confía en sus habilidades enfrenta la vida con mayor resiliencia y seguridad (Schunk & Pajares, 2005).

En la literatura, un ejemplo claro de autoeficacia se encuentra en Los miserables de Victor Hugo, donde Jean Valjean, a pesar de su pasado como convicto, reconstruye su vida gracias a su creencia en su propia capacidad de cambio. Este proceso refleja cómo la autoeficacia influye en el desarrollo del amor propio.

Conclusión

El amor propio no es un concepto aislado, sino el resultado de la interacción entre autovalor, autoconcepto y autoeficacia. La psicología ha demostrado que una combinación equilibrada de estos elementos permite a las personas desarrollar una autoestima saludable y afrontar la vida con mayor confianza y bienestar (Neff, 2011). A través de ejemplos narrativos y estudios científicos, se evidencia que el amor propio no es solo una idea abstracta, sino un proceso psicológico fundamental para el desarrollo personal.

Referencias

• Bandura, A. (1997). Self-efficacy: The exercise of control. W. H. Freeman.

• Baumeister, R. F. (1999). The self in social psychology. Psychology Press.

• Branden, N. (1994). The six pillars of self-esteem. Bantam Books.

• Marsh, H. W., & Shavelson, R. (1985). Self-concept: Its multifaceted, hierarchical structure. Educational Psychologist, 20(3), 107-123.

• Neff, K. D. (2011). Self-compassion, self-esteem, and well-being. Social and Personality Psychology Compass, 5(1), 1-12.

• Rosenberg, M. (1965). Society and the adolescent self-image. Princeton University Press.

• Schunk, D. H., & Pajares, F. (2005). Competence perceptions and academic functioning. En A. J. Elliot & C. S. Dweck (Eds.), Handbook of competence and motivation (pp. 85-104). Guilford Publications.

El proceso terapéutico con menores: Una guía para padres

Siempre que atiendo a menores de edad, inicio la sesión preguntando a los padres: “¿Qué los trae por acá el día de hoy?”. La respuesta suele girar en torno a preocupaciones sobre el estado de ánimo, el comportamiento o los cambios en la conducta de sus hijos. Con frecuencia me dicen: “Queremos saber qué le pasa” o “Lo traemos para que pueda estar mejor”.

Por supuesto, ese es el objetivo principal. Sin embargo, al explicarles cómo es el proceso de terapia con menores, en ocasiones noto cierta sorpresa o resistencia. Y es comprensible, ya que la terapia con niños y adolescentes no se limita sólo a trabajar directamente con ellos, sino que también implica involucrar a la familia de manera activa.

Aspectos clave del proceso terapéutico con menores de edad

Cuando iniciamos un proceso terapéutico, consideramos los siguientes puntos fundamentales:
Consentimiento y disposición del menor: Es importante que el niño o adolescente quiera participar en el proceso terapéutico.
Definir el alcance del proceso: ¿Será una intervención sólo para el menor o también incluirá trabajo con los padres?
La importancia del apoyo familiar: La participación y el acompañamiento de la familia son clave para el éxito del proceso.
Confidencialidad en ambas vías: Respetar la confidencialidad del menor y de los padres es esencial para generar un espacio de confianza.

Uno de los aspectos más relevantes es que, aunque siempre se toma en cuenta el motivo de consulta expresado por los padres, el motivo de consulta del menor puede ser distinto. En esos casos, la prioridad será atender las necesidades del paciente, incluso si difieren de las expectativas familiares.

El compromiso compartido

El proceso terapéutico requiere un compromiso conjunto de padres, paciente y terapeuta. No existe un número fijo de sesiones, ya que cada persona es única y sus necesidades son distintas. Por eso, cada proceso es un viaje personalizado y adaptado a las vivencias de cada familia.

Acompañar a un niño o adolescente en su proceso terapéutico es un acto de amor y valentía. No siempre será fácil, pero sí profundamente valioso. Más allá de encontrar respuestas, el verdadero propósito es brindarles un espacio seguro donde puedan crecer, sanar y descubrir su propia voz.

Y aunque el camino puede ser diferente al esperado, lo más importante es saber que no están solos: es un proceso que caminaremos juntos, siempre poniendo como prioridad el bienestar y la felicidad subjetiva de su hijo o hija.

Las verdaderas Banderas Rojas en relación de parejas:

«Eres todo lo que tengo en la vida.»

Indica una dependencia emocional que puede volverse insostenible o tóxica.

«Nunca me enojo contigo, no importa lo que hagas.»

Puede reflejar una falta de autenticidad o miedo al conflicto.

«Yo hago todo lo que tú quieras, solo dime qué necesitas.»

Denota una renuncia a sus propios límites o necesidades, lo que puede llevar a resentimientos.

«No puedo ser feliz si no estás conmigo.»

Es una señal de dependencia emocional que pone toda la responsabilidad de su bienestar en la pareja.

«Siempre estoy disponible para ti, no importa lo que pase.»

Puede parecer devoción, pero a menudo implica una falta de autonomía personal.

«Te amo más que a mí mismo/a.»

Sugiere una idealización peligrosa y un descuido de su autoestima.

«No te preocupes, yo me encargo de todo por los dos.»

Aunque parece un gesto noble, puede ser una forma de controlar o crear dependencia.

«Si no funciona contigo, no quiero estar con nadie más.»

Refleja una mentalidad extrema que puede dificultar relaciones saludables.

«No deberías sentirte así; yo sé lo que necesitas.»

Esta frase puede indicar un intento de invalidar emociones o imponer control.

«Dime lo que piensas, yo no tengo problemas con lo que decidas.»

Muestra una posible falta de iniciativa propia o temor a tomar decisiones.

«¿Por qué necesitas espacio? Yo siempre quiero estar contigo.»

La falta de respeto por la individualidad y los límites personales es un indicador de problemas.

«Si realmente me amas, harías lo que te estoy pidiendo.»

Es una táctica manipuladora disfrazada de una prueba de amor.

«No entiendo por qué necesitas amigos, yo puedo ser todo para ti.»

Aislar a la pareja es un comportamiento controlador que puede volverse tóxico.

«No tengo nada que ocultar, por eso reviso tu teléfono también.»

Aunque parece transparencia, es una invasión de privacidad disfrazada de confianza.

«Todo lo que necesito en la vida es estar contigo.»

Aunque romántico en apariencia, refleja una falta de equilibrio emocional y dependencia.

La trampa del ‘amor perfecto’

Normalizamos tanto el sufrimiento en nombre del amor que ya no sabemos distinguir entre amar y aguantar. Nos aferramos a la imagen de la ‘familia feliz’ o la ‘pareja perfecta’ como si fuera un trofeo que hay que mantener a toda costa.

¿Cuántas veces has escuchado (o dicho) ‘pero es que lo/la amo’ para justificar comportamientos que te lastiman? ¿Cuántas veces has ignorado tus propios límites por miedo a ‘arruinar’ la relación?

El verdadero amor no exige que te anules. No pide que aguantes faltas de respeto. No requiere que silencies tu voz. El amor sano CONSTRUYE, no destruye.

La familia feliz no es la que esconde sus problemas, sino la que los enfrenta con respeto. La pareja ideal no es la que nunca discute, sino la que sabe poner límites claros y los respeta.

Romantizamos tanto el ‘aguantar por amor’ que olvidamos que el primer amor debe ser hacia nosotros mismos. No hay honor en sacrificar tu dignidad por mantener una relación. No hay medalla por soportar lo insoportable.

Si estás leyendo esto y te sientes identificad@, recuerda:

• Poner límites no es egoísmo

• Exigir respeto no es ‘complicar las cosas’

• Elegir tu paz mental no es ‘destruir la familia’

El amor verdadero te hace crecer, no encogerte. Te da alas, no jaulas.

¿Y tú, hasta cuándo vas a confundir amor con aguante?