El proceso terapéutico con menores: Una guía para padres

Siempre que atiendo a menores de edad, inicio la sesión preguntando a los padres: “¿Qué los trae por acá el día de hoy?”. La respuesta suele girar en torno a preocupaciones sobre el estado de ánimo, el comportamiento o los cambios en la conducta de sus hijos. Con frecuencia me dicen: “Queremos saber qué le pasa” o “Lo traemos para que pueda estar mejor”.

Por supuesto, ese es el objetivo principal. Sin embargo, al explicarles cómo es el proceso de terapia con menores, en ocasiones noto cierta sorpresa o resistencia. Y es comprensible, ya que la terapia con niños y adolescentes no se limita sólo a trabajar directamente con ellos, sino que también implica involucrar a la familia de manera activa.

Aspectos clave del proceso terapéutico con menores de edad

Cuando iniciamos un proceso terapéutico, consideramos los siguientes puntos fundamentales:
Consentimiento y disposición del menor: Es importante que el niño o adolescente quiera participar en el proceso terapéutico.
Definir el alcance del proceso: ¿Será una intervención sólo para el menor o también incluirá trabajo con los padres?
La importancia del apoyo familiar: La participación y el acompañamiento de la familia son clave para el éxito del proceso.
Confidencialidad en ambas vías: Respetar la confidencialidad del menor y de los padres es esencial para generar un espacio de confianza.

Uno de los aspectos más relevantes es que, aunque siempre se toma en cuenta el motivo de consulta expresado por los padres, el motivo de consulta del menor puede ser distinto. En esos casos, la prioridad será atender las necesidades del paciente, incluso si difieren de las expectativas familiares.

El compromiso compartido

El proceso terapéutico requiere un compromiso conjunto de padres, paciente y terapeuta. No existe un número fijo de sesiones, ya que cada persona es única y sus necesidades son distintas. Por eso, cada proceso es un viaje personalizado y adaptado a las vivencias de cada familia.

Acompañar a un niño o adolescente en su proceso terapéutico es un acto de amor y valentía. No siempre será fácil, pero sí profundamente valioso. Más allá de encontrar respuestas, el verdadero propósito es brindarles un espacio seguro donde puedan crecer, sanar y descubrir su propia voz.

Y aunque el camino puede ser diferente al esperado, lo más importante es saber que no están solos: es un proceso que caminaremos juntos, siempre poniendo como prioridad el bienestar y la felicidad subjetiva de su hijo o hija.

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