Diferencia entre psicología y psicoterapia

¿Son lo mismo un psicólogo y un psicoterapeuta? ¿Cuál es la diferencia entre psicología y psicoterapia?

¿Qué es la psicología?

Dentro del marco general existe una gran confusión entre psicología como ciencia, disciplina académica y como profesión. Ya que la psicología como disciplina, se refiere a un grado superior con una duración mínima de cuatro años y los alumnos que culminan con éxito los estudios ostentan el título de psicólogo.  Mientras tanto como ciencia, la psicología estudia y analiza la conducta y los procesos mentales. Y en lo que concierne a la psicología como profesión esta puede ofrecer distintas ramas, dentro de ellas, la psicología clínica o sanitaria, psicología educativa, psicología organizacional o de recursos humanos, psicología social, entre otras, y en muchos países es necesario contar con una licencia para el ejercicio profesional como psicólogo en cualquiera de sus áreas.

No importando desde qué perspectiva se vea la psicología esta no se presenta como una ciencia unificada. Por lo tanto existen varias corrientes o enfoques psicológicos, que se correlación con distintas formas de investigar, analizar o ejercer la misma. Es por ello que todo aquel que ostenta un título de grado en psicología es considerado un psicólogo.

¿Qué es la psicoterapia?

Por otra parte la psicoterapia es una salida profesional dentro del área de psicología, ciencias de la salud o el área sanitaria y que en muchos países no está regulada, pero para ejercer como psicoterapeuta es necesaria una formación en técnicas y abordajes específicos.

Así mismo un psicoterapeuta ejerce la profesión desde un marco teórico determinado, por lo que no todos los psicoterapeutas abordan de la misma manera la terapia, dentro de esos enfoques se encuentran, el conductismo, la sistémica, la humanista, la biopsicologia, la cognitiva-conductual, la terapia psicodinámica, y las terapias de tercera generación, entre otras.

Por lo tanto todo profesional que ejerce psicoterapia puede ser psicólogo, médico,  profesional sanitario, profesional de las ciencias de la salud o ciencias sociales.

Y por último en esta diferenciación está el término terapeuta, este último tiene habilidades diferenciales obtenidas a través de la experiencia o formación académica posterior en herramientas en alguna disciplina sanitaria de base que ofrece apoyo en un área específica a un cliente o consultante para lograr ciertas metas, por lo que esa terapia es desarrollada con la finalidad de mejorar la calidad de vida de quien está siendo asistido desde un enfoque concreto.

El coaching y la psicoterapia son disciplinas diferentes.

Muchas personas suelen observar a la disciplina del coaching ejercido en forma profesional como un sustituto de cualquiera de las variantes de la psicoterapia. Es importante señalar que no lo son. Y, es más: funcionan muy bien en forma combinada.

Un Psicoterapeuta aborda de forma profesional traumas, patologías, desordenes emocionales y de conducta, adicciones y actitudes que atentan contra la vida, entre muchas otras actividades referente a su actuar profesional.

Un Coach en cambio se enfoca en el momento presente del consultante y lo proyecta hacia una imagen concreta de un futuro deseado.  Además que su formación profesional, habilidades y trayectoria, le permitirán acompañar en forma gradual para que el consultante atraviese los cambios vitales en sentido positivo que le faciliten el camino para alcanzar lo que anhela.

Por lo tanto el Coach trabaja en conjunto con el consultante según sus expectativas e intencionalidades. Fortaleciendo las habilidades con las que el cliente cuenta e identifica. En este proceso es inevitable una toma de consciencia, que no queda en la revisión de patrones negativos de conducta o aspectos limitantes, sino que es pro-positivo, por lo que propone en forma positiva que el cliente descubra cursos de acción y cambios que, sostenidos en el tiempo, producen un gran impacto.

Aunque el coaching se ha vuelto una disciplina de rápida adquisición por organizaciones de alto nivel, el coaching puede abordar toda área de vida en la cual se desea tener un desarrollo sostenible sea este en el área educativa, personal, de pareja, matrimonial, salud, ejecutiva, etc. 

Al trabajar con personas pueden aparecer momentos donde las emociones tomen el control, y es responsabilidad conjunta del cliente y el Coach la toma de decisiones al respecto, ya que las emociones son naturales del ser humano, y es necesario reconocer que el camino de cambio tendrá altibajos que son totalmente naturales y permitir que las emociones fluyan con normalidad benefician el proceso de coaching. 

En conclusión el coaching hace una intervención puntual, con evaluaciones de resultados en cada sesión, desde un enfoque reflexivo para poder identificar los obstáculos reales o imaginarios y así poder sortearlos con determinación, ya que estar consciente de las complicaciones que surgirán ayuda a darle un nuevo significado a la situación adversa: la ves como una oportunidad y como algo predecible, no como un problema abrumador.

El camino hacia la cima no siempre es recto y sencillo, a veces es sinuoso y pesado. Tomar en cuenta la posibilidad de encontrar subidas y bajadas ofrece una red de protección contra la frustración, el enojo, la ansiedad y la decepción.

¿Seguimos juntos o no vale la pena?

Esta pregunta se manifiesta constantemente en procesos de terapia o consejería de pareja incluso desde el primer encuentro con el terapeuta o asesor, la cual es una duda válida de los consultantes pero mal dirigida, debido a que los únicos que se pueden responder esa pregunta son ellos mismos, y aunque en la mayoría de los casos ellos ya tienen la respuesta no tienen el valor de expresarla con la entereza necesaria. 

Muchas veces esa pregunta surge por los innumerables problemas de convivencia, comportamientos manipulatorios, agresión verbal o física, menosprecio o falta de atención por parte de uno de los miembros o llegado el tiempo por ambos, en fin, existe un sin número de acciones que podrían ser evaluadas desde la perspectiva de cada consultante.

El Dr. Walter Riso tiene una frase que he acuñado durante algunos años a los procesos terapéuticos de pareja, y es la siguiente: “Cuando hay duda no hay duda”, aunque la frase en sí lleva toda la fuerza de reflexión me gustaría darle su contexto propio, por lo que si ya te estás preguntando el porqué estás en la relación, lo más probable que al momento de hacerla ya no exista relación.

Pero Dr., “cuando estamos bien, estamos bien, y toda relación de pareja tiene sus altibajos” – expresan efusivamente los consultantes, y en realidad no lo dudo, pero la falacia de la recompensa divina los deja en un bucle de comportamientos egóicos que al final tiene un desenlace nocivo en la interacción diaria. 

Como suelo mencionarlo una y otras vez en las sesiones, sería un error considerar que la meta de la terapia de pareja es evitar la ruptura en todos los contextos. Extender artificialmente la duración de una relación amorosa no tiene sentido si esta tiene como base temores sociales, culturales o eclesiásticos, así como expectativas idealizadas, y en casos así, la terapia de pareja es un medio por el cual llegar a la conclusión que lo más saludable sea la separación y poder pasar a la ruptura sin sentimientos de culpa.

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¿En terapia de pareja se tienen sesiones individuales?

Esta es una pregunta muy común en consulta, sobretodo porque el área de pareja tiene sus propios matices con respecto a la dinámica terapéutica.  Ahora para contestar la pregunta de forma adecuada es necesario contextualizar la respuesta, debido a que en terapia de pareja no se trabaja por aparte un tema que no tenga que ver con el objetivo terapéutico de pareja, eso no implica que no se puedan tener sesiones individuales con los miembros de la pareja para resolver de manera separada sobre temas que han salido durante las sesiones que reciben juntos, esto quiere decir que en algún momento el terapeuta de pareja solicite individualizar las sesiones con el objetivo de obtener información que de otra forma no se manifestaría durante una sesión en conjunto.

Por ejemplo desde la visión de la terapia integral de pareja en un comportamiento de infidelidad donde ambos desean reconstruir, por protocolo se inicia el proceso con sesiones individuales luego de conocer el caso, ya que se necesitan trabajar ciertos aspectos como perdón, otorgamiento de confianza, límites, culpa, dinámica temperamental, control y comportamientos compensatorios antes de entrar al proceso de reconciliación, de lo contrario todo eso estorbaría durante el ejercicio de vinculación y acuerdos. 

Un terapeuta cognitivo-conductual desde el modelo integral en terapia de pareja seguramente solicitará tener sesiones individuales en algún momento del proceso, por lo que es totalmente normal y no tendría que generar un conflicto o ruptura del vínculo terapéutico, por lo tanto el tener sesiones individuales no implica que se está proponiendo una terapia centrada en alguno de los miembros. 

Por el contrario un terapeuta sistémico tendrá a la pareja unida en todo momento porque las interacciones de la pareja son la base para la intervención, y si su modelo de abordaje se sustenta sobre la terapia estructural, la iluminación, escenificación y las preguntas circulares no podrían darse sin la pareja en la sesión.

Ningún enfoque es mejor que el otro, es el terapeuta si tiene experiencia en ambos enfoques el que determinará cuál es el enfoque más favorable para la pareja en términos de resolución del objetivo terapéutico.

Cuando acudir y cuando no a terapia de pareja

El convivir en pareja no es una tarea sencilla, máxime cuando dentro del contexto social se traen muchas creencias y expectativas sobre qué significa ser pareja. A todo ello se le suma temas de inseguridades, validación, pérdida de la confianza, hábitos, dinámica social y los famosos “problemas normales de toda pareja”.

Por tales motivos muchas parejas piensan en acudir a una terapia de pareja para ver una luz, pero regularmente con expectativas equivocadas, por lo que es necesario establecer cuándo es necesario y cuándo no es necesario acudir a un proceso terapéutico.

La mayoría de veces las parejas llegan a un procese pensando en lo que desean cambiar de la pareja y no en lo que ellos están contribuyendo para que la relación se esté deteriorando.

Por lo tanto cuando la admiración se ha perdido, la comunicación no está fluyendo, se percibe un distanciamiento emocional y se siente que la prioridad ya no es la misma, si en el proceso terapéutico se identifica que alguno de los dos necesita de un psicoterapeuta (psicólogo clínico), es derivado a uno para que la persona pueda trabajar la patología y la terapia de pareja pueda ser focalizada en la dinámica de la relación.

Cuando acudir a una terapia de pareja:

Cuando la admiración se ha perdido.

Cuando la comunicación no está fluyendo.

Cuando se siente un distanciamiento emocional.

Cuando sientes que no eres prioridad de tu pareja

TOC Homosexual: La duda que te está quitando la vida

El TOC homosexual es un subtipo específico de trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) que consiste en tener obsesiones sexuales recurrentes y dudas intrusivas sobre la propia orientación sexual. Las personas heterosexuales con TOC homosexual experimentan temores obsesivos acerca de la posibilidad de ser gais. Sus obsesiones consisten a menudo en pensamientos no deseados, impulsos o imágenes que surgen a la conciencia de manera incontrolada. Para reducir la ansiedad provocada por estas obsesiones, las personas con TOC homosexual pueden llegar a desarrollar rituales (compulsiones) centrados en «demostrar su verdadera sexualidad» o la reducción de su percepción del «riesgo» de convertirse en gay.

Una vuelta de tuerca de este trastorno es que también puede afectar a gais, lesbianas o bisexuales, que pueden llegar a sentir ese mismo temor, pero en este caso ante la posibilidad de ser heterosexuales. El elemento común que une a estas obsesiones sexuales aparentemente opuestas es el miedo de sentirse atraído por algo no deseado, tabú, o «inaceptable», que está basado en su visión particular del mundo. Para no ser más confuso todavía, voy a centrar este artículo en el TOC homosexual (persona heterosexual con miedo a ser homosexual), sin embargo los mismos elementos básicos son directamente aplicables a todas las personas con dudas obsesivas sobre su orientación sexual.

A las personas con TOC homosexual les preocupa la posibilidad ser gay (y no saberlo), o llegar a convertirse gay a pesar de no haber cuestionado su sexualidad hasta ese momento. La mayoría de las personas con TOC homosexual han disfrutado de relaciones heterosexuales en el pasado, pero después de un primer pensamiento irracional no deseado surge como de la nada el miedo a ser homosexual o convertirse en homosexual. La aparición de este pensamiento no deseado les hace cuestionar su propia identidad sexual y les lleva a reanalizar sus experiencias pasadas llevados por el miedo a encontrar que éstas fracasaron porque en verdad eran homosexuales y no lo sabían.

Las personas con TOC homosexual necesitan saber con total certeza que no son gais, y a menudo hacen todo lo posible para demostrarse a sí mismos que son heterosexuales. Sin embargo estos intentos acaban siendo contraproducentes debido a la naturaleza misma del TOC y algunas personas con TOC homosexual pueden llegar a ver muy mermada su calidad de vida.

Con el fin de evitar situaciones o pensamientos que produzcan sus síntomas (dudas acerca de su sexualidad) pueden llegar a deprimirse y dejar los estudios, renunciar a su puesto de trabajo, dejar a su pareja o tomar otras decisiones que, paradójicamente, hacen que sus síntomas empeoren: por ejemplo, en algunos casos, experimentan con relaciones homosexuales o adoptan estilos de vida homosexuales por las dudas acerca de su heterosexualidad. Estas dudas les pueden llevar a abandonar a su pareja, «salir del armario», y empezar a salir con gente de su mismo sexo. Sin embargo, a diferencia de lesbianas y gais que al «salir del armario» encuentran la felicidad y se sienten liberados, las personas con TOC homosexual encuentran esta vida estresante, confusa y poco satisfactoria. Además, continúan experimentando dudas e incertidumbre acerca de su sexualidad.

Síntomas del TOC homosexual

El TOC homosexual habitualmente tiene elementos muy similares a otros tipos de TOC como el de comprobación , contaminación, o el trastorno obsesivo puro (sólo obsesiones):

  • Algunos individuos con TOC homosexual muestran predominantemente una variante del TOC de comprobación: Cuando están con personas de su mismo sexo, tienen que «comprobar» su propio cuerpo para detectar si aparece algún signo de excitación sexual.
  • Otras personas con obsesiones homosexuales tienen una variante relacionada con el TOC de contaminación y les preocupa que por estar en contacto con gays, lesbianas, bisexuales o personas afeminadas / andróginas se vayan a «contagiar» o se vaya a «activar» de algún modo su homosexualidad latente.
  • Otros se preocupan simplemente acerca de actuar dejándose llevar por impulsos sexuales no deseados, por ejemplo, les preocupa estar junto a gais y entonces «perder el control» y adoptar conductas sexuales hacia ellos. A algunas personas con este trastorno les preocupa que otras personas piensen que son gais, y pasan demasiado tiempo y malgastan mucha energía tratando de «actuar como heteros».

No obstante, la mayoría de personas con TOC homosexual experimentan todos los síntomas anteriores.

¿Qué mantiene estas obsesiones sexuales intrusivas? Al igual que cualquier forma de TOC, los síntomas de TOC homosexual son mantenidos por las creencias irracionales, los rituales y las conductas de evitación. Los mitos y falsas creencias acerca de la sexualidad y la orientación sexual perpetúan el miedo por las posibles consecuencias negativas que podría tener el no realizar las compulsiones relacionadas con el TOC (ver más abajo). Esto es perjudicial, porque cada vez que un pensamiento no deseado se evita o neutraliza, se refuerza y ​​se hace más probable que aparezca de nuevo en el futuro. La evitación y los rituales impiden experimentar experiencias de aprendizaje positivas que en última instancia hacen que estos pensamientos no deseados disminuyan en frecuencia e intensidad.

Los rituales asociados con el TOC homosexual incluyen rituales mentales y rituales de comportamiento.

Rituales mentales del TOC homosexual

  • Preguntarse «¿Encuentro esa persona atractiva?» (A menudo se aplica a tanto a personas del mismo sexo como del sexo opuesto).
  • Preguntarse, «¿Me estoy sintiendo excitado?»
  • Preguntarse, «¿Me parece lo suficientemente desagradable ?» Al ver a parejas del mismo sexo.
  • Otras preguntas como las anteriores orientadas a «descubrir» o determinar la orientación sexual.
  • Re-analizar las experiencias románticas o sexuales del pasado para asegurarse de que uno es heterosexual.
  • Intentar convencerse a sí mismo de su propia sexualidad.
  • Reafirmarse reiteradamente acerca de la orientación sexual («Definitivamente soy hetero»).
  • Compararse mentalmente con heterosexuales y homosexuales.
  • Si se percibe prestando atención a personas del mismo sexo, forzarse a redirigir esa atención hacia alguien del sexo opuesto.
  • Otros rituales mentales orientados a «resetear» o neutralizar los pensamientos no deseados (por ejemplo, los «rituales de lavado mental»).
  • Repetirse continuamente que no se es gay.
  • Intentar averiguar por qué las relaciones anteriores fracasaron (para asegurarse que no les abandonaron al pensar que era gay).
  • Planificar y preveer todas las posibles consecuencias de «salir del armario», a pesar de no tener ningún deseo de «salir» o de tener relaciones homosexuales.
  • Planear cómo dejar a su pareja (cuando en realidad tampoco quiere hacer esto).
  • Neutralizar los «pensamientos homosexuales» con «pensamientos heteros».
  • Imaginar mentalmente genitales del sexo opuesto o relaciones sexuales heterosexuales para reducir la ansiedad ante de los pensamientos intrusivos.
  • La exploración del entorno para identificar a las personas que podrían ser gay.
  • Rituales «mágicos», diseñados para distanciarse de los pensamientos no deseados (por ejemplo, imaginándose a sí mismo enfermando o vomitando al tener pensamientos no deseados).
  • Escapar de los pensamientos intrusivos con recuerdos de experiencias sexuales pasadas exitosas.
  • Reemplazar los pensamientos homosexuales no deseadas por pensamientos violentos.

Rituales y conductas compulsivas en el TOC homosexual

  • Comprobar el cuerpo en busca de sígnos físicos de excitación (también puede ser un ritual mental).
  • Caminar / comportarse de un modo excesivamente masculino (si es un hombre) o femenino (si es una mujer) con el fin de «aparentar «ser hetero.
  • Interactuar con los demás de un modo excesivamente masculino o femenino.
  • Hablar sólo de temas «apropiadamente» masculinos o femeninos.
  • Tener rituales de lavado (manos, etc) si se entra en contacto con los gais, lesbianas, o bisexuales.
  • Mirar pornografía heterosexual con el fin de tranquilizarse a sí mismo mismo al experimentar excitación.
  • Ver porno gay con el fin de demostrarse lo «desagradable» que le resulta o comprobar que no produce excitación.
  • Preguntar a otras personas si alguna vez han encontrado atractivas a personas de su mismo sexo, o hacer a otros preguntas del tipo «¿Es normal …?» para reasegurarse acerca de estos temas (por ejemplo, «¿Es normal a veces no sentirse excitado por la pareja o sólo me pasa a mí?»)
  • Preguntar reiteradamente a las ex parejas acerca del porqué acabó la relación.
  • Tener citas en exceso para «demostrar» a los demás que es hetero y / o que se siente atraído por el sexo opuesto.
  • Masturbarse compulsivamente con porno hetero para demostrarse que se excita ante estos materiales.
  • Interactuar de manera agresiva, insultante o con falta de respeto hacia la gente gay.
  • En algunos casos, adoptar un estilo de vida gay, salir con personas del mismo sexo o tener relaciones sexuales homosexuales para averiguar el significado de estas experiencias ya que se piensa que es algo inevitable (debido a las dudas obsesivas). Sin embargo, adoptar este estilo de vida a la larga resulta ser algo estresante y no placentero.

Conductas de evitación en el TOC homosexual

Una parte muy importante de todo TOC son las conductas por las que se evitan las situaciones o los estímulos que producen ansiedad. En este caso algunas de ellas serían, por ejemplo:

  • Evitar a gais, lesbianas y bisexuales.
  • Evitar cosas que hayan sido tocadas por gais, lesbianas o bisexuales.
  • Evitar el contacto físico con personas del mismo sexo (por ejemplo, apretones de manos, abrazos).
  • Evitar estar a solas con personas del mismo sexo.
  • Evitar conversaciones personas del mismo sexo.
  • Evitar lugares frecuentados por los gais.
  • Evitar baños públicos, vestuarios, y otras situaciones que puedan suponer ver total o parcialmente desnudas a personas del mismo sexo.
  • Evitar personas atractivas del mismo sexo o imágenes, películas, etc. que muestren personas atractivas del mismo sexo.
  • Evitar actividades que no encajen en el estereotipo masculino (si es un hombre) o femenino (si una mujer).
  • Vestirse de una manera estereotipadamente masculina o femenina (por ejemplo, evitar el uso de color rosa en el caso de los hombres).
  • Evitar escuchar música de artistas gay o películas con actores o personajes gais.
  • Evitar las relaciones románticas y la actividad sexual por miedo a que aparezcan pensamientos intrusivos durante el sexo.
  • Evitar el contacto visual con personas del mismo sexo.
  • Estando en público, evitar mirar a la zona de la ingle, trasero o en pecho de personas del mismo sexo.
  • Evitar la masturbación por temor a que aparezcan pensamientos intrusivos.
  • Evitar programas de televisión con personajes gais o acerca de temas homosexuales.
  • Evitar objetos púrpura, arco iris, y otros símbolos culturalmente asociados a la homosexualidad.
  • Forzar la voz para que suene más masculina o femenina.

Creencias erróneas en TOC homosexual

Las personas con este tipo de TOC tienen una serie de creencias erróneas acerca de la sexualidad y orientación sexual que, en última instancia, son las que mantienen el trastorno. Algunas de ellas serían, por ejemplo:

  • Los heterosexuales no deben encontrar atractivas a las personas de su mismo sexo.
  • Los heterosexuales no deben tener dudas sobre su sexualidad.
  • Cada pensamiento significa algo. Yo no estaría teniendo estos pensamientos una y otra vez si no significaran algo.
  • Si resulta que al final soy gay eso arruinaría mi vida.
  • Los heterosexuales sólo deben tener pensamientos heterosexuales. Los gais sólo deben tener pensamientos gais.
  • Si no estoy 100% hetero, significa que soy gay.
  • Si tengo una idea de que es incompatible con mi orientación deseada, significa que he «he cambiado de acera».
  • La sexualidad puede ser contagiosa.
  • Cada vez que me siento excitado sexualmente, tiene que haber una razón para ello.
  • Sentir excitación sexual debe significar que quiero tener sexo con esa persona.
  • Si mi actual pareja se enterara de que estoy teniendo estos pensamientos, me dejaría.
  • Si sigo teniendo este pensamiento, al final voy a tener que hacer algo al respecto.
  • Tal vez la única manera de que pueda liberarme de estos pensamientos sea actuar sobre ellos.

Tratamiento del TOC homosexual

«¿Y si esto no es un TOC?, ¿Y si soy realmente gay?» Estas son preguntas importantes que quizá quieras tratar en terapia. Si tienes TOC homosexual, dudar acerca de tu sexualidad refleja una «falsa alarma» relacionada con el TOC que no tiene nada que ver con tu orientación sexual real. Si fueras gay, tus pensamientos homosexuales estarían asociados con el placer y no con el miedo (aunque podría ser que experimentaras ansiedad acerca de las repercusiones sociales que tuviera «salir del armario»).

Si tienes TOC homosexual, las preguntas de tipo «y si…» acerca de tu sexualidad son en última instancia incontestables de la forma en que el TOC demanda que las respondas. Las personas que buscan tratamiento para el TOC homosexual intentan responder a preguntas sin respuesta. Por desgracia, simplemente no hay manera objetiva de determinar tu «verdadera» sexualidad. Si hubiera una solución simple, ya la habrías encontrado.

El tratamiento para el TOC homosexual (al igual que para muchos TOC) se centra en aprender a vivir con las dudas. En otras palabras, el tratamiento no debe centrarse en «demostrar» si la persona es heterosexual o gay, sino que más bien se centra en aprender mejores estrategias para tolerar la incertidumbre. Hay que recordar que el TOC homosexual funciona igual que otras variantes del TOC: cuanto más se analizan los pensamientos y se «chequea» el cuerpo para tratar de «averiguar la verdad», más probabilidades hay de reforzar sin saberlo los síntomas. Aunque todas las personas que tienen TOC homosexual quieren deshacerse de esos pensamientos homosexuales, en verdad las técnicas basadas en la detención o eliminación de pensamientos resultan ineficaces a largo plazo.

La mejor estrategia para reducir los síntomas, al igual que en otros tipos de TOC, se basa en la exposición con prevención de respuesta. Las exposiciones para el TOC homosexual se construyen buscando activamente las situaciones que hasta ahora la persona ha evitado, para luego resistir y no llevar a cabo los rituales mentales o conductuales que hasta ese momento realizaba, estas exposiciones deben de ser realizadas después de establecer claros procesos de valores personales y filosofía de vida. El desarrollo de una buena jerarquía de exposiciones puede ser confuso, por lo que es importante encontrar un buen terapeuta.

Artículo original: | HOCD: Homosexual OCD & Sexual Orientation OCD

¿Qué pasa cuando no dormimos?

Cansados, olvidadizos, desmotivados, sin energía y con poca capacidad de atención, estos son solo algunos de los síntomas que empiezan a tener las personas con un sueño deficiente.

Pacientes que ingresan a consulta porque están irritados, con alta frustración y poca tolerancia, son tan solo evidencia de que están funcionando con sus reservas energéticas, y que entraron en “modo de ultra ahorro de energía” hace ya algunas semanas atrás.

Al no tener un sueño profundo el cerebro es incapaz de realizar el drenaje de sus propias toxinas por medio del sistema glinfático y consolidar memoria por medio del hipocampo, lo cual puede causar mucho sufrimiento sin entender el porqué.

Los trastornos de sueño no solo pueden ser desarrolladas por el estrés y ansiedad, sino que paradójicamente también por falta de actividad y ruinas diarias adecuadas, es por ello que muchas veces es necesaria la evaluación profesional para identificar la causa principal y las adyacentes.

El récord documentado científicamente del ser humano que más tiempo ha aguantado despierto lo ostenta el estadounidense Randy Gardner. En 1965, cuando tenía 17 años, con al finalidad de conocer los efectos de la falta de sueño consiguió permanecer despierto durante 264 horas, que suman un total de once días.

Durante el experimento fue anotando sus síntomas. El segundo día detectó una disminución de su concentración visual y perdió la capacidad de identificar los objetos a través del tacto. La tercera jornada se volvió agresivo y se sintió desorientado. Al final de las pruebas tenía dificultades para concentrarse y problemas con la memoria a corto plazo, empezó a ser paranoico y sufría alucinaciones. Afortunadamente, cuando Gardner concluyó el experimento logró recuperarse y no le quedó ninguna secuela psicológica o física permanente, pero el ensayo podría haber tenido consecuencias graves.

Los adultos necesitamos dormir entre siete y ocho horas cada noche, mientras que en el caso de los niños y adolescentes son 10 horas. Cuando el organismo necesita descansar, el cuerpo envía señales al cerebro de que estamos cansados, y la oscuridad de la caída de la noche propicia el aumento de los niveles de los productos químicos que inducen al sueño, como la adenosina y la melatonina. Tanto el ritmo cardíaco como la respiración se ralentizan y los músculos se relajan, haciendo que nos durmamos. Durante la etapa del sueño no-REM, el ADN se repara y el cuerpo recupera la energía. 

Las personas que padecen insomnio pueden sufrir desequilibrios hormonales, diversas enfermedades e incluso morir en casos extremos. Y es que no dormir el tiempo necesario puede provocar graves daños. A nivel cerebral, el aprendizaje, la memoria, el estado de ánimo y el tiempo de reacción se ven afectados. A nivel corporal se puede producir inflamación, aumento de la presión arterial, obesidad y diabetes. Además, los estudios sugieren que dormir menos de seis horas cada noche aumenta 4,5 veces el riesgo de accidente cerebrovascular.

Cómo convivir con una persona con depresión

Convivir con una persona que tiene depresión no es fácil. A la impotencia y el malestar que surgen cuando vemos que alguien de nuestra familia está triste, no disfruta con cosas que antes le encantaban, se siente cansado y muchas veces está susceptible, se suma que la pareja o la familia pueden sentir que “dejan de ver” a la persona que antes era.

En estas circunstancias muchas veces la irritabilidad que tiene el deprimido se une a la de la familia, ya que en algunos momentos pueden llegar incluso a sentirse menospreciados y utilizados. Los familiares deben entender que la depresión es una enfermedad y siempre el que más sufre es quien la padece, el equilibrio entre el deprimido y su pareja o familia será posible si éstos últimos entienden que pueden sentirse mal pese a que no sean los enfermos. En muchos momentos el problema atrapa a otros miembros de la familia si se emplean a fondo de una manera incansable e incondicional en sacar de la depresión a quien sufre. Desde ahí, comprender que es un estado alterado de ese miembro de nuestra familia, y que pese al amor que le tengamos, podemos necesitar un espacio para evadirnos, para disfrutar de aquellas actividades que nos gustan, será un aspecto fundamental para un adecuado autocuidado de los que acompañan a la persona con depresión.

Además de entender que la depresión es una enfermedad real que puede desencadenar afecciones fisiológicas el mejor consejo que se le puede dar a las personas que conviven con alguien con depresión se resume en una palabra: empatía. Es fundamental escuchar y servir como recurso para el desahogo. No debemos interrumpir mientras que la persona nos cuenta lo mal que se siente, pese a que no compartamos su punto de vista, salvo que sintamos que el peso de la conversación es demasiado para nosotros, ya que entonces podremos poner límites y tomarnos un espacio para aliviar nuestro malestar aplazando la conversación. Cuando la persona termina de explicar cómo se siente es importante que la pareja o la familia valide su malestar, aunque no se sientan de la misma manera, y ofrecerle otras alternativas que pueden contribuir a su bienestar: realizar alguna actividad agradable o dar un abrazo. Lo importante es hacerle llegar a la persona que está sufriendo que alguien está su lado.

El equilibrio es también animar a que la persona con depresión lleve a cabo actividades, pero sin obligar. La depresión no es algo que el individuo elija tener, por lo que el equilibrio parte también de la comprensión de este hecho,

El acompañante no es el responsable de la recuperación

Las parejas o los hijos suelen ser las personas que mayor carga soportan en el día a día con una persona deprimida. La cofundadora del Centro TAP, especifica que esto se debe a que tener que hacerse cargo de ciertos asuntos del hogar, de las tareas personales y la preocupación por el enfermo, suponen un enorme desgaste. La pareja o familiar tratará por todos los medios de sacar al deprimido de esta situación, haciéndose cargo de una enfermedad que no es propia como si lo fuera. Por tanto, este, necesita seguir disfrutando de su vida al margen de la enfermedad,  la pareja o familiar tiene que comprender que no es responsable de la recuperación, la responsabilidad es del enfermo en colaboración con los especialistas.

Es necesario que entiendan qué pueden aportar y dónde están los limites, cómo premiar comportamientos adecuados y extinguir o ignorar aquellos que no lo sean. Pueden informarse sobre la enfermedad, animar al enfermo, motivarle a que realice ciertas tareas, darle cariño, comprensión, apoyo y acompañamiento.

Otros aspectos que pueden mejorar la convivencia, además de recibir ayuda profesional, es establecer un protocolo de cuidado familiar para que existan unos mínimos de dedicación por parte de la persona con depresión o ansiedad para el funcionamiento adecuado de la casa. Respecto al reparto, se aconseja que se haga de forma pactada y se incluyan algunas tareas (aunque no sean todas las que realizaba anteriormente) de una forma paulatina y ajustada a su situación.

Además, se pueden adecuar los tiempos y formas para que se puedan llevar a cabo actividades agradables. Por ejemplo, salir a pasear. Pero estas actividades deben estar en función de ayudar, entender que lo que es necesario para uno es posible que no lo sea para la persona que está necesitada directa de ayuda.

Es importante también que la familia se dé el permiso de estar cansados, desesperanzados, de necesitar el desahogo con otras personas del entorno, o el derecho de seguir disfrutando con otras cosas de la vida, sin que cualquiera de estas actitudes genere sentimiento de culpa.

Por último, es fundamental la figura de la familia en la prevención del suicidio en casos graves. Si tiene la sospecha de que la persona pueda estar contemplando esta opción, si verbaliza la posibilidad de hacerlo, tiene que ponerse inmediatamente en contacto con los profesionales sanitarios para proteger al enfermo de esta situación y que valoren el riesgo de suicidio.

Errores más frecuentes

Respecto a los errores más frecuentes que suele cometer la pareja o el entorno cercano al paciente y que repercuten negativamente, son:

  • Someternos a convivir con el enfermo como si nosotros también padeciésemos depresión. No es conveniente que la familia se aísle, que interrumpa el ritmo habitual de actividades agradables.
     
  • Mostrarnos agresivos con quien sufre, achacar a la persona que estar mal es algo que el enfermo está decidiendo. Es muy habitual que existan enfado, falta de comprensión y la sospecha de que el paciente no se esfuerza por parte del entorno del paciente.
     
  • Obligar a que la persona con depresión se active quiera o no quiera, porque la clave es motivar, no forzar. Ayudar a ver las ventajas de activarse para luego sentirse mejor es la única vía para que el deprimido reaccione favorablemente.
     
  • Mostrar incomprensión ante su padecimiento. Si la persona con depresión no se siente comprendida, se cerrará más, no querrá interactuar, y esta situación contribuirá a la sensación de desamparo, apatía y desánimo.
     
  • Hablar en términos de cronicidad siempre estás igual o siempre estás con lo mismoya no eres el/la de antes. Puesto que si no ayudamos a ver al enfermo que esta situación es temporal y podrá salir de ella, el malestar será mayor. La confianza en la recuperación por parte de la familia es muy buen anclaje para la persona con depresión.
     
  • Llevar a cabo todas las tareas que el enfermo no quiere realizar. La solución puede ser ayudar y alentar, pero no sustituir (salvo en casos extremos). La razón es que la sobreprotección con el enfermo no ayuda. La persona con depresión o ansiedad necesita sentirse útil, que participa de las situaciones del día a día de manera activa, para encontrar bienestar y satisfacción personal, pese a que inicialmente le resulten muy costosas y poco atractivas.
     
  • No premiar por los pequeños logros. Podría parecer que la tarea o actividad que la persona ha podido realizar es mínima o pequeña, sobre todo si lo comparamos con lo que antes podía hacer o con lo que el resto es capaz de hacer. Pero en estos casos, el reforzar cualquier comportamiento que consideremos adaptativo o positivo incrementará la probabilidad de que se mantenga e incluso se incremente.

Artículo original en Cuídate Plus.

¿Cómo el encierro afecta psicológicamente a las personas?

La nueva pandemia dispara estados de ansiedad. El elevado nivel de incertidumbre que acompaña esta situación precipita y mantiene un estado de captación ansiosa que constituye la preparación frente a una amenaza nueva y desconocida.

En un documento elaborado por la facultad de psicología de la Universidad de Buenos Aires (UBA) llamado Recomendaciones psicológicas para afrontar la pandemia,se enumeraron algunas de las emociones que podemos estar sintiendo ante esta situación:

Miedo: a perder la salud, a las posibles consecuencias de la enfermedad, a la falta de recursos, a la falta de insumos básicos. Es posible sentir miedo ante una situación que se percibe como nueva y amenazante.

Pensamientos como “me puede pasar a mí” o “puedo contagiar a mi familia”. Estos sentimientos pueden generar tanto reacciones funcionales en donde es posible que aparezcan conductas creativas, actividades formativas o recreativas. En el caso de las reacciones disfuncionales que pueden incrementarse -aquellas conductas que implementamos para regular nuestras emociones negativas-, encontramos como ejemplo consumir noticias compulsivamente, entre otras.

Frustración: esta situación puede provocar una sensación de pérdida de libertad, de dificultad en llevar adelante proyectos y actividades personales. Puede haber pensamientos del tipo “no puedo hacer lo que hago siempre”, “no puedo terminar mi trabajo”, “quiero salir y no puedo”. Frente a esta situación novedosa estamos obligados a ser pacientes y debemos generar nuevos hábitos.

Enojo: suele ocurrir cuando experimentamos la sensación de que está ocurriendo un hecho injusto. Puede haber pensamientos del tipo de “el gobierno tendría que haber cerrado antes, esto no es mi culpa” u “otras personas no respetan la cuarentena y se aprovechan”. Lo que puede provocar conductas irresponsables como salir de casa o iniciar pleitos. Es importante recordar la importancia de realizar las denuncias por los medios oficiales y no exponerse a situaciones violentas.

Ambivalencia: es posible sentir alivio por estar en casa pero también emociones como miedo, frustración o enojo. Puede suscitarse en pensamientos del tipo “ahora puedo hacer lo que nunca hago. Aunque quisiera saber cuándo terminará todo esto”.

Aburrimiento: el aislamiento provoca que la posibilidad de vincularse para compartir tiempo con otros se reduzca significativamente; con lo cual nuestras actividades de ocio y esparcimiento disminuyen significativamente. En este sentido, pueden aparecer pensamientos del tipo “¿ahora qué hago?”, “¿cuándo podré salir a divertirme?”. Es importante utilizar los medios digitales que tenemos a nuestro alcance para seguir manteniéndose en contacto.

Desorganización: el hecho de no poder continuar con la propia rutina es un factor que desorganiza nuestra estructura ya que perdemos la sensación de control. Es importante recordar la capacidad que tenemos para reorganizar una nueva estructura.

Tristeza: esta situación puede darse por la ruptura de la cotidianeidad. También puede agravarse con el aislamiento y por tener contacto reiterado con noticias negativas. Pueden aparecer pensamientos del tipo “no tengo ganas de hacer nada”. En este sentido, es vital compartir estos sentimientos con las personas con las que comparte su hogar o con otros a través de medios virtuales.

Sentimiento de soledad: la falta de vinculación puede provocar una sensación de soledad y agravarse especialmente en aquellas personas que viven solas. Pueden aparecer pensamientos del tipo “qué hago si me pasa algo”. Es importante tener en cuenta que otros están pasando la misma situación y que puede ser posible establecer nuevas formas para vincularnos. Quizás con personas a nuestro alrededor (vecinos, comerciantes de la zona, entre otros) o también a través de medios virtuales que hasta ahora no habíamos utilizado.

Sensación de encierro: el aislamiento puede hacernos sentir encerrados y agobiados. Pueden aparecer pensamientos del tipo “quiero salir a la calle y juntarme con gente”. Recordar lo transitorio de esta situación y la posibilidad de realizar otras actividades pendientes en el hogar es importante para utilizar recreativa y productivamente el tiempo.

Ansiedad: la situación puede provocar sensaciones desagradables en relación a la incertidumbre. A su vez, pueden aparecer conductas y pensamientos que busquen huir de la realidad. Pensamientos del tipo “voy a dormir hasta que termine esto”. Es importante intentar mantener una rutina, establecer una serie de actividades para realizar durante el día y separar un espacio del mismo para el esparcimiento.

La sobreinformación, un factor amplifica las emociones en cuarentena: Monitorear constantemente el número de infectados y fallecidos confirmará un sesgo negativo que incrementará el malestar y hará más difícil las personas se mantengan reguladas. La aceptación de esta situación implica tomar estos fenómenos imponderables como parte de la naturaleza y estar más en contacto con el presente sin hacer proyecciones a las posibles consecuencias de esta situación.

El conocimiento es bueno, al igual que la información; es como consumir un alimento: cuanto mayor calidad tenga, mejor nos hará. Sin embargo, como cualquier alimento debemos regularlo, ya que puede tener efectos negativos. La sobreinformación no es buena porque la gente tiende a consumir información que coincide con su pensamiento previo, por ende, si son negativos, va a consumir noticias pesimistas. Lo cierto es que los pensamientos de cada uno no son equivalentes a la realidad y de esto dependerá mucho el efecto de la información”, apuntó Etchevers.

La facultad de psicología enumeró las recomendaciones y consejos para ayudar a controlar la ansiedad en relación al coronavirus:

• Mantener los horarios del sueño.

• No sobreexponerse a noticias y consultar solamente fuentes confiables (organismos oficiales, instituciones prestigiosas) y en momentos del día establecidos (por ejemplo, al mediodía o a la tarde, y no tanto al despertar o antes de dormir).

• Aunque no vaya a salir de su casa, quitarse el pijama o la ropa de dormir para evitar la sensación de discontinuidad y poder organizar los ciclos del día.

• Proponerse aprender algo nuevo a través de tutoriales o cursos online, hay muchos gratuitos y de calidad.

• Hacer una rutina de ejercicios físicos periódica en casa, siempre tomando en cuenta que es una situación especial.

• Continuar accediendo a la naturaleza y a la luz solar siempre que sea posible.

• Alimentarse bien y mantenerse hidratado.

• Mantener sus redes sociales de contención emocional con sus familiares, amigos y personas de confianza a través de medios digitales.

• Limitar los grupos de chats que difunden noticias, muchas de ellas falsas o erróneas ya que promueven pensamientos negativos y catastróficos y le imponen a nuestra mente un sobreesfuerzo.

• Ser considerado con uno mismo, con sus estados emocionales, teniendo presente que los cambios de rutina tan abruptos, la incertidumbre y la amenaza de la pandemia afecta nuestro estado emocional por más saludables que seamos. Considerar que esto mismo le ocurre a los demás, por lo tanto, intentar ejercitar la tolerancia con nosotros mismos y con los demás.

• Las personas somos seres rutinarios, sociales y valoramos la previsibilidad. Tengamos presente que la pandemia en pocas semanas alteró todo esto.

• El cambio implica desarrollar conductas flexibles y adaptativas a esta situación con la finalidad de afrontarla positivamente.

• El armado de nuevas rutinas es un desafío, requiere flexibilidad y tener en cuenta que es un esfuerzo el cambio de rutinas muy abrupto.

• Si se tienen hijos o menores cercanos, es importante hablar con ellos. Converse sobre la información oficial sobre el coronavirus en un lenguaje adecuado a la edad y de manera honesta. Recuerde que la familia y los afectos observan nuestras emociones y comportamientos.

• Los niños tanto como los adultos requieren mantener espacios de juego y divertimento que promuevan emociones positivas.

• Si vive en espacios reducidos y en familia no los sobreexija con tareas. Tenga presente que respectar la cuarentena es ya un esfuerzo en sí mismo y como tal es valioso. Converse en familia sobre el sentido altruista de las conductas responsables para que tengan sentido los esfuerzos.

• Buscar ayuda adicional. Si se siente muy nervioso, triste, ansioso o que la situación afecta alguna esfera de su vida, busque un profesional de la salud mental. Siempre con la finalidad de encontrar modos constructivos de manejar la adversidad.

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Características de personas superdotadas

Existe un paradigma social sobre las personas que son altamente inteligentes y es que son seres humanos superiores, que tienen la vida resuelta simplemente porque sus brillantes cerebros los mantendrán alertas y vigentes en cualquier situación complicada de la vida, que no tiene que esforzarse por obtener un lugar en la sociedad, y los problemas cotidianos son “pan comido”, pero su realidad es muy diferente, sobre todo en una sociedad que busca la estandarización aquel que sobresale o no se adecua al status quo es inmediatamente señalado y encasillado.

Las personas que son altamente inteligentes tienen problemas distintos al resto del mundo, ven y perciben su entorno de forma diferente, son altamente sensibles pero su cerebro lógico tiene grandes dificultades para interpretar esas emociones, estos problemas son sumamente desafiantes y difíciles de resolver de forma práctica. Si eres una persona muy inteligente, estas luchas y la falta de comprensión de las personas que te rodean pueden hacerte sentir realmente como una persona solitaria, ya que tus familiares y amigos no parecen percatarse del conflicto emocional interno por la racionalidad de tus pensamientos.

Algunas características de tu personalidad muchas veces son mal interpretadas por la mayoría:

Es difícil para ti las conexiones emocionales

Existe una paradoja en las personas altamente inteligentes ya que son muy emocionales pero su racionalidad muchas veces les impide expresar ese cúmulo de emociones de forma adecuada, el ser espontáneo no es tu fuerte y las pláticas superficiales te aburren por lo que el análisis y la independencia afloran en tu conducta, lo cual hace que tengas dificultad para establecer relaciones cercanas, el trabajar en expresarte mejor delante de las personas que te rodean puede hacer que tengan una mejor comprensión de tu necesidades emocionales.

Piensas mucho hablas poco

Tu cerebro siempre está activo en búsqueda de soluciones a cada cosa que se te cruza por el camino, siempre tienes opciones de como enfrentar una situación, es por ello que puede tomarte más tiempo que a una persona promedio expresar una solución ya que lo primero que haces es analizar el problema exponer escenarios y visualizar los riesgos, esto puede confundirse en que eres alguien lento para pensar. Pero si no estás completamente seguro de que tienes la respuesta correcta o una idea brillante, no hablarás en absoluto, ya que nunca darás una respuesta al aire sin haberla meditado primero. Puedes dar la impresión de ser alguien inseguro y es porque las personas a tu alrededor no están familiarizados con la forma en que funciona tu cerebro y sus procesos de análisis, lo cual confunden con alguien que no se involucra, introvertido o con poco que aportar.

A veces tienes parálisis por análisis

Es difícil ser un pensador en un mundo lleno de personas que aprecian la acción más que las grandes ideas, sobre todo en ambientes donde la producción es el objetivo, las personas a tu alrededor tienden a confundir esta característica con holgazanería con lo cual fácilmente subestiman tus altas capacidades.

Pláticas sin un objetivo

Tu cerebro siempre está abrumado con grandes ideas. Los temas que te interesan regularmente están fuera de los intereses de las personas promedio, muchas veces una pregunta sencilla puede convertirse en una cátedra sobre el tema, lo cual puede abrumar a tus interlocutores, al inicio no te percatas que perdiste a la mitad de ellos en los primeros minutos de tu explicación sofisticada, hasta que caes en cuenta que nadie comprende lo que dices, te retraes y piensas que todo lo que deseabas era intercambiar ideas y entablar una conversación de altura.

El trabajo puede aburrirte fácilmente

La necesidad imperante que tu cerebro sea desafiado con retos y grandes proyectos puede hacer tu rutina diaria en una tarea aburrida y ordinaria, dar soluciones a grandes problemas es una de las cosas que más te motiva, por lo que tareas simples o que podría realizar cualquier otra persona son catalizadores para un desempeño mediocre, por lo que terminar tus tareas diarias puede ser una lucha constante, y a todo eso hay que añadirle el paradigma de la administración científica de la época de la revolución industrial, hace que tu jefe no comprenda tus anhelos, capacidades y competencias y sólo quiera que el trabajo esté hecho.

Se te considera socialmente inadecuado

Como si todo lo anterior no fuera suficientemente abrumador, esta característica es la suma de las anteriores, si no logra conectarse emocionalmente, no hablas mucho sino estás seguro de toda la idea a expresar, si no puedes establecer pláticas superficiales, y te sientes mucho más cómo con las ideas que con la ejecución, las personas te etiquetarán como una persona socialmente inadecuado. No tienen la menor idea que con esto sólo agregan más presión a la ya interminable lista que ya llevan en tu mochila emocional y dejándote a la deriva en tu escasa interacción social.

¿Trastornos emocionales?

La mayoría de personas que están por encima del promedio cognitivo, al no entender del todo su entorno y no tener las herramientas necesarias para adaptarse al sistema estándard, tienden a desarrollar algún tipo de trastorno, ya sea este adaptativo, de conducta o de personalidad.

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