Normalizamos tanto el sufrimiento en nombre del amor que ya no sabemos distinguir entre amar y aguantar. Nos aferramos a la imagen de la ‘familia feliz’ o la ‘pareja perfecta’ como si fuera un trofeo que hay que mantener a toda costa.
¿Cuántas veces has escuchado (o dicho) ‘pero es que lo/la amo’ para justificar comportamientos que te lastiman? ¿Cuántas veces has ignorado tus propios límites por miedo a ‘arruinar’ la relación?
El verdadero amor no exige que te anules. No pide que aguantes faltas de respeto. No requiere que silencies tu voz. El amor sano CONSTRUYE, no destruye.
La familia feliz no es la que esconde sus problemas, sino la que los enfrenta con respeto. La pareja ideal no es la que nunca discute, sino la que sabe poner límites claros y los respeta.
Romantizamos tanto el ‘aguantar por amor’ que olvidamos que el primer amor debe ser hacia nosotros mismos. No hay honor en sacrificar tu dignidad por mantener una relación. No hay medalla por soportar lo insoportable.
Si estás leyendo esto y te sientes identificad@, recuerda:
• Poner límites no es egoísmo
• Exigir respeto no es ‘complicar las cosas’
• Elegir tu paz mental no es ‘destruir la familia’
El amor verdadero te hace crecer, no encogerte. Te da alas, no jaulas.
¿Y tú, hasta cuándo vas a confundir amor con aguante?