Separar las Creencias Personales del Modelo Terapéutico: Un Imperativo Ético

En el campo de la terapia, es fundamental que los terapeutas mantengan una distinción clara entre sus propias creencias y valores personales y el enfoque terapéutico que aplican. Mezclar estos dos aspectos puede socavar la integridad del proceso terapéutico y potencialmente causar daño al cliente. En este ensayo, exploraremos las razones por las cuales es crucial que los terapeutas eviten imponer sus creencias personales en la terapia y, en su lugar, adhieran fielmente a los principios y técnicas del modelo terapéutico elegido.

En primer lugar, el objetivo primordial de la terapia es ayudar al cliente a alcanzar sus metas y abordar sus desafíos de una manera ética y efectiva (Corey, 2017). Cuando un terapeuta impone sus propias creencias o valores, corre el riesgo de desviar la atención del cliente y de sus necesidades específicas. Esto puede llevar a una terapia sesgada y potencialmente ineficaz, ya que el enfoque se centra en las preocupaciones del terapeuta en lugar de en las del cliente.

Además, los modelos terapéuticos establecidos están respaldados por investigaciones científicas y han demostrado su efectividad a través de pruebas rigurosas (Baer, 2019). Al adherirse a estos modelos, los terapeutas garantizan que están utilizando técnicas y enfoques validados empíricamente, lo que aumenta las posibilidades de un resultado positivo para el cliente. Si un terapeuta incorpora sus propias creencias personales, puede comprometer la integridad del modelo terapéutico y socavar la base científica que lo sustenta.

Otro aspecto crucial es el respeto por la autonomía y la autodeterminación del cliente (American Psychological Association, 2017). Al imponer sus creencias personales, el terapeuta corre el riesgo de infringir los derechos y la libertad de elección del cliente. Esto puede generar una dinámica de poder desigual y socavar la confianza y la alianza terapéutica, elementos fundamentales para el éxito de la terapia.

Finalmente, mezclar creencias personales y modelo terapéutico puede plantear problemas éticos y legales (Pope & Vásquez, 2016). Dependiendo de la naturaleza de las creencias impuestas, un terapeuta podría estar violando los códigos de conducta profesional. Esto no solo pone en peligro la relación terapéutica, sino que también puede dañar la reputación y la credibilidad del terapeuta y de la profesión en general.

En conclusión, es imperativo que los terapeutas mantengan una separación clara entre sus creencias personales y el modelo terapéutico que practican. Al hacerlo, garantizan que la terapia se centre en las necesidades y metas del cliente, que se utilicen técnicas respaldadas por la investigación y que se respete la autonomía y la autodeterminación del cliente. Además, evitan problemas éticos potenciales. En última instancia, esta separación es esencial para mantener la integridad del proceso terapéutico y asegurar el bienestar del cliente.

Referencias

American Psychological Association. (2017). Ethical principles of psychologists and code of conduct. https://www.apa.org/ethics/code/

Baer, R. A. (2019). Evidence-based mindfulness practices for a diverse world. En I. Ivtzan (Ed.), Handbook of mindfulness-based programmes: Mindfulness intervention from education to health and therapy (pp. 35-52). Routledge.

Corey, G. (2017). Theory and practice of counseling and psychotherapy (10th ed.). Cengage Learning.

Pope, K. S., & Vásquez, M. J. T. (2016). Ethics in psychotherapy and counseling: A practical guide (5th ed.). John Wiley & Sons.

¿Amor o dependencia?

El amor y la dependencia son dos conceptos muy diferentes que a menudo se confunden en relaciones tormentosas y dañinas. Es importante distinguirlos para poder reconocer patrones poco saludables y tomar medidas para construir vínculos más sanos.

El amor implica una conexión profunda, un apego sano y un deseo genuino de ver feliz y realizado a la otra persona. Implica respeto, confianza, comprensión y aceptación mutuos. En una relación amorosa sana, ambas partes se sienten libres de ser ellas mismas sin temor a ser juzgadas o controladas. Hay espacio para la individualidad y el crecimiento personal.

Por otro lado, la dependencia emocional es un apego enfermizo y obsesivo que suele derivar de una falta de autoestima y seguridad en uno mismo. La persona dependiente teme perder a su pareja y hace cualquier cosa por complacerla y mantenerla a su lado, incluso sacrificando su propia identidad y bienestar. Esta necesidad de aprobación y validación externas muchas veces conduce a patrones de codependencia, sumisión, manipulación y conductas controladoras.

En las relaciones tormentosas, la línea entre amor y dependencia se desdibuja peligrosamente. La dependencia emocional suele manifestarse como celos enfermizos, inseguridades, desconfianza, necesidad excesiva de atención y drásticos cambios de humor. Estos comportamientos pueden derivar en abuso verbal, emocional o incluso físico. La persona dependiente puede aferrarse a su pareja aunque la relación sea tóxica e insana, temerosa de perder ese vínculo del cual depende su identidad y autoestima.

Desde un punto de vista psicológico, la dependencia emocional a menudo tiene raíces en experiencias de la infancia como falta de afecto, abandono, negligencia o apegos inseguros con los cuidadores. Las creencias disfuncionales sobre uno mismo y sobre las relaciones de pareja también pueden alimentar estos patrones adictivos en el amor. El ciclo de la violencia y el abuso también puede dejar cicatrices que aumentan la dependencia emocional hacia el perpetrador.

Es crucial aprender a diferenciar el amor sano de la dependencia enfermiza. El amor no debería herir ni limitar a las personas involucradas, sino permitirles desarrollarse, crecer y alcanzar su máximo potencial juntas. La terapia, el trabajo en la autoestima y el establecimiento de límites personales son claves para romper el ciclo de las relaciones tormentosas y aprender a amar de una manera más plena y saludable.

Referencias

Bornstein, R. F. (2016). The complex relationship between dependency and domestic violence: Converging psychological factors and social forces. American Psychologist, 71(6), 470-481. https://doi.org/10.1037/a0040313

Feeney, J. A. (2008). Adult romantic attachment: Developments in the study of couple relationships. En J. Cassidy & P. R. Shaver (Eds.), Handbook of attachment: Theory, research, and clinical applications (pp. 456-481). The Guilford Press.

Lerner, H. G. (1989). The dance of intimacy: A woman’s guide to courageous acts of change in key relationships. Harper & Row.

Murphy, C. M., & Eckhardt, C. I. (2005). Treating the abusive partner: An individualized cognitive-behavioral approach. The Guilford Press.

Perel, E. (2017). The state of affairs: Rethinking infidelity. Harper.

Shaver, P. R., & Mikulincer, M. (2012). An attachment perspective on coping with eating-related trauma. En P. Costanzo & R. Stein (Eds.), Helados, tortas y bombones: Exploraciones psicoanalíticas sobre el comer y el apetito (pp. 195-219). Lumen.

Young, J. E., Klosko, J. S., & Weishaar, M. E. (2003). Schema therapy: A practitioner’s guide. The Guilford Press.

La trampa de la codependencia: Reconociendo y desmantelando los comportamientos adictivos en las relaciones interpersonales

La codependencia se caracteriza por una preocupación excesiva por las necesidades de los demás, a expensas de las propias necesidades. Las personas codependientes a menudo tienen una autoestima baja y una sensación de falta de control sobre sus vidas (Beattie, 2009). Pueden sentirse responsables por el bienestar de los demás y tratar de controlar o cambiar a su pareja o familiares, en lugar de concentrarse en su propio crecimiento personal (Whitfield, 1991).

La codependencia es un trastorno psicológico en la cual alguien manifiesta una excesiva, y a menudo inapropiada, preocupación por los problemas de otra persona o de un colectivo.

El codependiente asume un rol arquetípico mesiánico que invade todas las áreas de su vida y suele olvidarse de sí mismo y sus necesidades gradualmente para centrarse en los problemas del otro (su pareja, un familiar, un amigo, una causa social, etc.). Por ello, es muy común que se relacione con gente «problemática», justamente para poder rescatarla y crear de este modo un lazo que los una. Así es como el codependiente, al preocuparse por el otro, olvida sus propias necesidades y cuando la otra persona no responde como el codependiente espera, éste se frustra y se deprime. Con su constante ayuda, el codependiente busca generar, en el otro, la necesidad de su presencia, y al sentirse necesitado cree que de este modo nunca lo van a abandonar. Esta condición es grave ya que al no sentirse correspondido puede hacerse daño a sí mismo e incluso a la otra persona.

Es muy común que en una relación el codependiente no pueda o le sea muy difícil poner límites y sencillamente todo lo perdone, a pesar de que la otra persona llegue a herirlo de manera deliberada. Esto es simplemente porque el codependiente confunde la «obsesión» y «adicción» que siente por el otro con un inmenso amor que todo lo puede. Por ende, el codependiente es incapaz de alejarse por sí mismo de una relación enfermiza, por más insana que ésta sea; y es muy común que llegue a pensar que más allá de esa persona se acaba el mundo, hasta que reconoce su condición psicológica y el codependiente decide hacer algo para cambiar la manera en que vive y así, terminar con la codependencia o no volver a generar su codependencia en otras personas o en futuras relaciones sociales.

Algunos de los síntomas comunes de la codependencia incluyen:

  • Tener una visión distorsionada de uno mismo y de los demás
  • Preocuparse excesivamente por complacer a los demás
  • Sentirse responsable por el comportamiento de los demás aunque estas personas tengan comportamientos tóxicos o abusivos.
  • Tener dificultades para establecer límites saludables (aceptando maltratos físicos o psicológicos)
  • Tener una tendencia a negar o minimizar los problemas (Beattie, 2009)

La codependencia a menudo se desarrolla en familias con problemas como el alcoholismo, la adicción o el abuso, donde los niños aprenden a satisfacer las necesidades de los demás antes que las suyas propias (Mellody, Miller, & Miller, 2003).

A su vez para que se mantenga en el tiempo una conducta codependiente el otro protagonista debe manifestar un comportamiento dependiente ya que estas dinámicas se retroalimentan.

Referencias:

Beattie, M. (2009). Codependent no more: How to stop controlling others and start caring for yourself. Hazelden Publishing.

Mellody, P., Miller, A. W., & Miller, J. K. (2003). Facing codependence: What it is, where it comes from, how it sabotages our lives. Harper San Francisco.

Whitfield, C. L. (1991). Co-dependence: Healing the human condition. Health Communications, Inc.

La Dogmatización de la Psicología Científica frente a la Psicología Considerada Pseudociencia

La psicología, como disciplina dedicada al estudio del comportamiento humano y los procesos mentales, ha experimentado un constante debate entre lo que se considera ciencia legítima y lo que se etiqueta como pseudociencia. Este debate no solo involucra cuestiones epistemológicas y metodológicas, sino también políticas y sociales que afectan la percepción pública y la práctica profesional. En este ensayo, exploraremos cómo la dogmatización de la psicología científica puede influir en la manera en que se percibe y se trata a las ramas consideradas como pseudociencia en el campo psicológico.

La psicología científica se basa en el método científico, que implica la formulación de hipótesis, la recolección y análisis de datos empíricos, y la revisión por pares de los hallazgos. Esta aproximación rigurosa ha permitido el desarrollo de teorías y tratamientos efectivos para una amplia gama de trastornos mentales y problemas de comportamiento. Sin embargo, esta rigidez en el enfoque científico también ha llevado a la exclusión de enfoques alternativos que no se ajustan fácilmente al paradigma dominante.

Por otro lado, existen áreas dentro de la psicología que han sido etiquetadas como pseudociencia debido a su falta de evidencia empírica sólida o a la adopción de métodos que no son científicamente validados. Ejemplos de estas áreas incluyen la grafología, la astrología psicológica y algunas formas de psicoterapia alternativa. Aunque estas prácticas pueden carecer de fundamentos científicos sólidos, es importante considerar cómo la dogmatización de la psicología científica puede influir en la forma en que se abordan.

La dogmatización puede manifestarse de varias maneras. Por ejemplo, los profesionales de la psicología científica pueden rechazar categóricamente cualquier enfoque que no se alinee con los métodos y principios aceptados por la corriente principal. Esto puede conducir a un menosprecio injustificado hacia las prácticas consideradas pseudocientíficas, sin siquiera considerar la posibilidad de que puedan ofrecer algún valor o insight.

Además, la dogmatización puede afectar la percepción pública de la psicología en su conjunto. Cuando se presenta una imagen de la psicología como una disciplina monista y exclusivamente científica, se corre el riesgo de alienar a aquellos que encuentran valor en enfoques más alternativos o espirituales. Esto puede llevar a una desconfianza generalizada hacia la psicología como campo y dificultar el acceso a ayuda y tratamiento para quienes podrían beneficiarse de él.

Por otro lado, la dogmatización también puede llevar a una negligencia injustificada de prácticas potencialmente peligrosas o ineficaces. Al descartar automáticamente las prácticas consideradas pseudocientíficas, se corre el riesgo de perder la oportunidad de examinar críticamente sus supuestos y descubrir aspectos que podrían ser útiles o, al menos, instructivos para el campo en su conjunto. La historia de la ciencia está llena de ejemplos donde ideas inicialmente descartadas fueron posteriormente revisadas y aceptadas después de un escrutinio más riguroso.

En última instancia, la dogmatización de la psicología científica y la estigmatización de las prácticas consideradas pseudocientíficas pueden ser contraproducentes para el avance del campo y para el bienestar de aquellos que buscan ayuda psicológica. En lugar de cerrar las puertas a enfoques alternativos, es importante mantener una mente abierta y fomentar un diálogo respetuoso y crítico entre diferentes perspectivas dentro del campo de la psicología. Esto no solo enriquecerá nuestra comprensión de la mente humana, sino que también garantizará que la psicología siga siendo una disciplina relevante y accesible para todos.

Referencias

Rodera, M.L., & Azar, R.M. (2021). Filosofía de la ciencia: cómo impacta una enseñanza adecuada de la disciplina en el ámbito de la carrera de psicología. Acta Scientiarum. Human and Social Sciences.

Ordi, H.G. (2018). Sobre la Validez y Eficacia de la Hipnosis Clínica. Valoración Crítica del Documento Observatorio OMC contra las Pseudociencias, Pseudoterapias, Intrusismo y Sectas Sanitarias en relación con la Hipnoterapia. Clínica y Salud. Investigación Empírica en Psicología, 29, 45-47.

Oviedo, G.L. (2004). La definición del concepto de percepción en psicología con base en la teoría Gestalt. Revista De Estudios Sociales, 89-96.

Rodera, M.L., & Azar, R.M. (2021). Filosofía de la ciencia: cómo impacta una enseñanza adecuada de la disciplina en el ámbito de la carrera de psicología. Acta Scientiarum. Human and Social Sciences.

La falacia de la recompensa divina

La falacia de la recompensa divina es una distorsión cognitiva que implica aceptar una creencia o realizar una acción basada en la promesa de una recompensa sobrenatural o divina, en lugar de considerar evidencias y razonamientos lógicos. Esta distorsión cognitiva se produce debido a diversos sesgos y heurísticas que afectan nuestro pensamiento y toma de decisiones.

  1. Sesgo de deseabilidad: Las personas tienden a creer más fácilmente en aquello que desean que sea verdadero, especialmente cuando se promete una recompensa deseable (Kunda, 1990). La promesa de una recompensa divina o sobrenatural apela a este sesgo, haciendo que las personas acepten la creencia sin cuestionar su veracidad.
  2. Heurística de la autoridad: Las personas suelen confiar en figuras de autoridad percibidas, como líderes religiosos o textos sagrados (Cialdini, 2009). Cuando estas autoridades prometen recompensas divinas, las personas tienden a aceptar sus afirmaciones sin un análisis crítico.
  3. Sesgo de confirmación: Una vez que se acepta la creencia en la recompensa divina, las personas tienden a buscar y recordar información que confirme su creencia, ignorando o minimizando la evidencia contradictoria (Nickerson, 1998).
  4. Sesgo de anclaje: Las personas a menudo se aferran a sus creencias iniciales, incluso cuando se enfrentan a evidencia contradictoria (Tversky y Kahneman, 1974). La promesa de una recompensa divina actúa como un ancla cognitiva, haciendo que sea difícil abandonar la creencia.
  5. Pensamiento motivado: Las personas pueden distorsionar su razonamiento para mantener creencias que les resulten beneficiosas o reconfortantes (Kunda, 1990). La promesa de una recompensa divina proporciona motivación para aceptar la creencia, incluso en ausencia de pruebas sólidas.

En resumen, la falacia de la recompensa divina se basa en distorsiones cognitivas como el sesgo de deseabilidad, la heurística de la autoridad, el sesgo de confirmación, el sesgo de anclaje y el pensamiento motivado. Estas distorsiones cognitivas pueden llevar a las personas a aceptar creencias y realizar acciones sin un análisis crítico, simplemente por la promesa de una recompensa sobrenatural o divina.

Referencias:

Cialdini, R. B. (2009). Influence: Science and practice (5th ed.). Pearson Education.
Kunda, Z. (1990). The case for motivated reasoning. Psychological Bulletin, 108(3), 480-498.
Nickerson, R. S. (1998). Confirmation bias: A ubiquitous phenomenon in many guises. Review of General Psychology, 2(2), 175-220.
Tversky, A., & Kahneman, D. (1974). Judgment under uncertainty: Heuristics and biases. Science, 185(4157), 1124-1131.

La Psicología: Ciencia, Grado y Profesión

La psicología, como disciplina, abarca distintas facetas que van más allá de su mera conceptualización como ciencia. Se manifiesta como un campo científico, un programa de estudios universitarios y, finalmente, como una profesión dedicada al entendimiento y mejora de la salud mental y el comportamiento humano. Cada una de estas dimensiones ofrece perspectivas únicas que contribuyen a la comprensión completa y aplicación efectiva de la psicología.

La Psicología como Ciencia:
En su esencia, la psicología es una ciencia que busca entender y explicar los procesos mentales y el comportamiento humano. A través de métodos de investigación rigurosos, como experimentos, estudios de casos y encuestas, los psicólogos científicos exploran patrones y fenómenos que subyacen en la experiencia humana. La psicología como ciencia abarca diversas ramas, como la psicología cognitiva, social, clínica y del desarrollo, cada una centrada en aspectos específicos de la mente y el comportamiento.

La Psicología como Grado Universitario:
Al ingresar al ámbito educativo, la psicología se convierte en un programa de estudios universitarios amplio y diverso. Aquí, los estudiantes exploran las teorías fundamentales, las metodologías de investigación y las aplicaciones prácticas de la psicología. El plan de estudios puede abordar tanto la base teórica como las habilidades prácticas, permitiendo a los estudiantes entender no solo el qué sino también el cómo de la disciplina. Además, la psicología como grado universitario fomenta la exploración y la especialización, brindando oportunidades para enfocarse en áreas específicas de interés.

La Psicología como Profesión:
Cuando la psicología se traduce en una profesión, se convierte en un medio a través del cual se aplican los principios y hallazgos científicos para abordar las necesidades y desafíos de las personas. Los psicólogos profesionales pueden trabajar en una variedad de entornos, desde clínicas y hospitales hasta empresas y escuelas. La aplicación práctica de la psicología implica la evaluación, el diagnóstico y la intervención para mejorar la salud mental y el bienestar emocional. Además, los profesionales de la psicología pueden dedicarse a la investigación aplicada, contribuyendo a la evolución continua de la disciplina.

A pesar de estas distinciones, es crucial reconocer la interconexión entre estas dimensiones de la psicología. La ciencia fundamenta la comprensión teórica que luego se enseña en programas académicos. A su vez, estos programas proporcionan la base educativa para quienes buscan dedicarse a la psicología como profesión. Sin embargo, es vital destacar que no todos los profesionales de la psicología se dedican exclusivamente a la práctica clínica; muchos también participan activamente en la investigación, contribuyendo al desarrollo y avance de la disciplina.

En conclusión, la psicología es un campo complejo que abarca la ciencia, el estudio universitario y la práctica profesional, cabe destacar que en estás dos últimas áreas en la actualidad se les denomina psicólogos a quienes han cursado la carrera como quienes ejercen la profesión. Cada dimensión enriquece y complementa a las demás, creando un ciclo continuo de conocimiento, aplicación y mejora. La comprensión completa de la psicología requiere apreciar la interdependencia entre su naturaleza científica, su enseñanza académica y su aplicación práctica en la vida cotidiana.

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