Gaslighting: Cuando te hacen dudar de tu propia realidad

En los últimos años, el término gaslighting ha cobrado relevancia en la psicología clínica y en el ámbito de las relaciones interpersonales. Se refiere a una forma de manipulación psicológica en la que una persona busca hacer que otra dude de sus percepciones, recuerdos e incluso de su cordura.

El origen del concepto proviene de la obra de teatro Gas Light (1938) y su adaptación cinematográfica (1944), en la cual un hombre manipula a su esposa para que piense que está perdiendo la razón, atenuando las luces de gas y negando constantemente que esto suceda (Abramson, 2014).

¿Qué es el gaslighting?

El gaslighting es una estrategia de poder y control. Implica negar hechos, distorsionar narrativas, minimizar experiencias y proyectar la culpa sobre la víctima. Este tipo de manipulación se da tanto en relaciones de pareja como en dinámicas familiares, laborales o sociales (Stern, 2018).

Por ejemplo, una persona puede decir: “Eso nunca pasó, lo estás imaginando” o “Estás exagerando, eres demasiado sensible”. Con el tiempo, la víctima comienza a dudar de sí misma y a depender cada vez más del manipulador para validar su realidad.

Consecuencias psicológicas

Las personas sometidas a gaslighting suelen experimentar:

  • Confusión constante sobre lo que es real.
  • Baja autoestima.
  • Aislamiento social.
  • Ansiedad y síntomas depresivos (Sweet, 2019).

En casos prolongados, puede afectar significativamente la identidad de la víctima y su capacidad para tomar decisiones autónomas.

Gaslighting y relaciones de poder

El gaslighting no ocurre en un vacío: está vinculado con dinámicas de poder. Se observa en relaciones abusivas, en contextos laborales donde un jefe invalida continuamente a un subordinado, e incluso en discursos políticos donde líderes buscan manipular la percepción colectiva de la realidad (Haslam, Reicher & Levine, 2019).

Reconocer estas dinámicas es fundamental para desarrollar conciencia crítica y proteger la salud mental.

¿Cómo enfrentarlo?

  1. Reconocer las señales: identificar frases que invalidan constantemente tu experiencia.
  2. Registrar experiencias: llevar un diario puede ayudar a validar tu percepción.
  3. Buscar apoyo: conversar con personas de confianza o profesionales de la salud mental.
  4. Establecer límites: no entrar en discusiones circulares con el manipulador.

El primer paso es comprender que tus emociones y percepciones son válidas. No necesitas la aprobación de alguien más para confirmar tu propia realidad.


Referencias

  • Abramson, K. (2014). Turning up the lights on gaslighting. Philosophical Perspectives, 28(1), 1–30. https://doi.org/10.1111/phpe.12046
  • Haslam, S. A., Reicher, S. D., & Levine, M. (2019). When the going gets tough: Shared social identity and the dynamics of collective resilience. Self and Identity, 18(1), 1–13. https://doi.org/10.1080/15298868.2017.1341380
  • Stern, R. (2018). The gaslight effect: How to spot and survive the hidden manipulation others use to control your life. Harmony.
  • Sweet, P. L. (2019). The sociology of gaslighting. American Sociological Review, 84(5), 851–875. https://doi.org/10.1177/0003122419874843

La confianza no es un espectro, es un interruptor

La confianza no es un espectro, es un interruptor. Y en tu relación, probablemente está apagado.

Hemos normalizado la idea de que la confianza en la pareja tiene matices. Que se puede confiar «mucho», «poco» o «más o menos». Pero esa es una lógica que aplica a un socio de negocios, a un nuevo amigo o a un colega. En el universo de la pareja, la confianza es binaria. Es un interruptor: está en ON o está en OFF. No hay un regulador de intensidad.

En otras relaciones, puedes confiar en alguien para ciertas cosas y no para otras. Confías en que tu compañero de trabajo entregará su parte del informe, pero no le contarías tus secretos más íntimos. Eso es un espectro.

En una pareja, la confianza es el cimiento sobre el cual se construye absolutamente todo. No es una pared, no es una ventana. Es la base. Y una base no puede estar «un poco» sólida. O lo está, o no lo está. Cualquier fisura significa que la estructura es inestable.

Por eso, esas «pequeñas» contradicciones que vemos a diario no son matices de la confianza. Son la prueba irrefutable de su total ausencia. Son la evidencia de que el interruptor, aunque juremos que está encendido, en realidad está en OFF.

Analicemos estas paradojas desde la lógica binaria:

«Confío en ti, pero reviso tu celular».

La Realidad Binaria: No confías. Fin de la discusión. La confianza es la ausencia de pruebas. En el instante en que buscas evidencia, has declarado tu falta de confianza. Estás operando en modo «OFF», reemplazando la certeza con la vigilancia.

«Puedes salir con quien quieras, pero mándame tu ubicación en tiempo real».

La Realidad Binaria: No confías. La confianza otorga libertad, no una libertad condicional monitoreada por GPS. Un «sí, pero…» en este ámbito es un «no» rotundo. El interruptor está en «OFF».

«No soy celoso/a, pero no me gusta que hables con esa persona».

La Realidad Binaria: No confías. La confianza respeta el criterio y la integridad de la pareja. Imponer vetos a sus interacciones sociales es una declaración directa de que no crees en su lealtad. El interruptor está en «OFF».

«Creo que eres honesto/a, pero necesito que me cuentes otra vez qué hiciste, con todos los detalles».

La Realidad Binaria: No confías. La confianza valida la palabra del otro sin necesidad de un polígrafo emocional. Someter a la pareja a un interrogatorio es tratarla como a un sospechoso. El sistema operativo es la duda, por lo tanto, el interruptor está en «OFF».

«Ya te perdoné esa infidelidad, pero la usaré como argumento en nuestra próxima pelea».

La Realidad Binaria: Ni perdonaste, ni confías. El perdón no restaura la confianza, es solo una tregua, es una paz para quien la otorga, pero seguramente no se ha accionado para una re-vinculación. Mantener el error pasado como munición demuestra que la base nunca se reconstruyó. El interruptor jamás volvió a «ON».

Dejemos de autoengañarnos. La necesidad de verificar, monitorear o limitar no es una «inseguridad tuya» que tu pareja debe «entender». Es la manifestación de una ausencia total de confianza.

En una relación de pareja, no se puede estar «un poco» embarazada. O lo estás, o no lo estás. De la misma forma, no se puede «confiar un poco». O confías plenamente, con todo lo que implica —libertad, fe, paz mental—, o simplemente no confías. Y es crucial que seamos honestos sobre en qué posición está realmente nuestro interruptor.

¿Por qué alguien permanece en una relación donde ve al otro con un problema «patológico»? ¿Y por qué ese “otro” permanece con alguien que lo ve como tal?

Desde la psicología clínica:

• Identificación del otro como “trastornado” no siempre implica distancia emocional. Muchas veces, incluso después de reconocer rasgos narcisistas (que es el trastorno de personalidad más popular en los seudo-divulgadores en Tik Tok) o de otro trastorno, la persona sigue esperando que cambie, que se cure, o que “por amor” modifique su comportamiento.
• Ambivalencia emocional: se puede tener claridad cognitiva (“sé que esto no está bien”) pero no fuerza emocional (“no puedo soltar esta relación”). Esto es muy común en vínculos con dependencia emocional.
• Dinámicas complementarias disfuncionales: la persona que identifica al otro como “trastornado” puede estar asumiendo un rol de salvador, mártir o terapeuta dentro de la relación. Este rol sostiene la relación por gratificación narcisista invertida: “yo lo aguanto, yo lo entiendo, yo soy especial porque me necesita”.

Desde el análisis funcional:
• La etiqueta de “trastorno” muchas veces aparece como una verbalización que justifica el aguante: “no es que sea malo, es que tiene un trastorno, no puede evitarlo”. Esto reduce la disonancia cognitiva y justifica la permanencia.
• Para quien es identificado como narcisista o con TLP, quedarse puede responder a refuerzos sociales, económicos, o simplemente al hecho de tener alguien que gira alrededor de él, lo que refuerza su sentido de control o validación.

Desde el enfoque sistémico:
• Ambos cumplen funciones dentro del sistema relacional. A veces, el conflicto es una forma de conexión: aunque sea destructivo, sigue siendo vínculo. Esto genera un “pegamento” que es más fuerte que la lógica racional.

Permanecer en una relación donde el otro es visto como «trastornado» (aunque mi modelo no utiliza etiquetas) no siempre es una paradoja absurda, sino el resultado de estructuras internas no resueltas, patrones vinculares aprendidos, y beneficios secundarios que ambas partes pueden estar obteniendo (aunque a un alto costo emocional).


Referencias:



Millon, T., Grossman, S., Millon, C., Meagher, S., & Ramnath, R. (2004). Personality Disorders in Modern Life (2nd ed.). Wiley.



Kernberg, O. F. (2009). The Inseparable Nature of Love and Aggression: Clinical and Theoretical Perspectives. American Psychiatric Publishing.



Minuchin, S. (1974). Families and Family Therapy. Harvard University Press.



Haley, J. (1980). Leaving Home: The Therapy of Disturbed Young People. McGraw-Hill.



Hayes, S. C., Barnes-Holmes, D., & Wilson, K. G. (2012). Acceptance and Commitment Therapy: The Process and Practice of Mindful Change. Guilford Press.



Luciano, C., & Valverde, C. (1999). Análisis funcional de la conducta: un enfoque contextual de la conducta humana. Revista de Psicología General y Aplicada, 52(1), 43-67.

Las verdaderas Banderas Rojas en relación de parejas:

«Eres todo lo que tengo en la vida.»

Indica una dependencia emocional que puede volverse insostenible o tóxica.

«Nunca me enojo contigo, no importa lo que hagas.»

Puede reflejar una falta de autenticidad o miedo al conflicto.

«Yo hago todo lo que tú quieras, solo dime qué necesitas.»

Denota una renuncia a sus propios límites o necesidades, lo que puede llevar a resentimientos.

«No puedo ser feliz si no estás conmigo.»

Es una señal de dependencia emocional que pone toda la responsabilidad de su bienestar en la pareja.

«Siempre estoy disponible para ti, no importa lo que pase.»

Puede parecer devoción, pero a menudo implica una falta de autonomía personal.

«Te amo más que a mí mismo/a.»

Sugiere una idealización peligrosa y un descuido de su autoestima.

«No te preocupes, yo me encargo de todo por los dos.»

Aunque parece un gesto noble, puede ser una forma de controlar o crear dependencia.

«Si no funciona contigo, no quiero estar con nadie más.»

Refleja una mentalidad extrema que puede dificultar relaciones saludables.

«No deberías sentirte así; yo sé lo que necesitas.»

Esta frase puede indicar un intento de invalidar emociones o imponer control.

«Dime lo que piensas, yo no tengo problemas con lo que decidas.»

Muestra una posible falta de iniciativa propia o temor a tomar decisiones.

«¿Por qué necesitas espacio? Yo siempre quiero estar contigo.»

La falta de respeto por la individualidad y los límites personales es un indicador de problemas.

«Si realmente me amas, harías lo que te estoy pidiendo.»

Es una táctica manipuladora disfrazada de una prueba de amor.

«No entiendo por qué necesitas amigos, yo puedo ser todo para ti.»

Aislar a la pareja es un comportamiento controlador que puede volverse tóxico.

«No tengo nada que ocultar, por eso reviso tu teléfono también.»

Aunque parece transparencia, es una invasión de privacidad disfrazada de confianza.

«Todo lo que necesito en la vida es estar contigo.»

Aunque romántico en apariencia, refleja una falta de equilibrio emocional y dependencia.

La trampa del ‘amor perfecto’

Normalizamos tanto el sufrimiento en nombre del amor que ya no sabemos distinguir entre amar y aguantar. Nos aferramos a la imagen de la ‘familia feliz’ o la ‘pareja perfecta’ como si fuera un trofeo que hay que mantener a toda costa.

¿Cuántas veces has escuchado (o dicho) ‘pero es que lo/la amo’ para justificar comportamientos que te lastiman? ¿Cuántas veces has ignorado tus propios límites por miedo a ‘arruinar’ la relación?

El verdadero amor no exige que te anules. No pide que aguantes faltas de respeto. No requiere que silencies tu voz. El amor sano CONSTRUYE, no destruye.

La familia feliz no es la que esconde sus problemas, sino la que los enfrenta con respeto. La pareja ideal no es la que nunca discute, sino la que sabe poner límites claros y los respeta.

Romantizamos tanto el ‘aguantar por amor’ que olvidamos que el primer amor debe ser hacia nosotros mismos. No hay honor en sacrificar tu dignidad por mantener una relación. No hay medalla por soportar lo insoportable.

Si estás leyendo esto y te sientes identificad@, recuerda:

• Poner límites no es egoísmo

• Exigir respeto no es ‘complicar las cosas’

• Elegir tu paz mental no es ‘destruir la familia’

El amor verdadero te hace crecer, no encogerte. Te da alas, no jaulas.

¿Y tú, hasta cuándo vas a confundir amor con aguante?

Responsabilidad Afectiva

Las personas que carecen de responsabilidad afectiva suelen presentar ciertos patrones conductuales característicos. Algunos de ellos son:

  • Falta de empatía y dificultad para ponerse en el lugar de los demás y comprender sus emociones.
  • Tendencia a actuar de manera egoísta y centrada en sus propios deseos e intereses, sin considerar el impacto en los demás.
  • Dificultad para establecer y mantener relaciones interpersonales profundas y duraderas.
  • Falta de compromiso y responsabilidad en sus relaciones, tanto románticas como amistosas y familiares.
  • Tendencia a ser poco confiables y no cumplir con sus promesas o compromisos.
  • Dificultad para asumir las consecuencias de sus actos y culpar a otros por sus errores.
  • Comportamiento manipulador y tendencia a utilizar a las personas para satisfacer sus propias necesidades.
  • Falta de remordimiento o culpa por herir o dañar a otros emocionalmente.
  • Dificultad para establecer vínculos emocionales profundos y duraderos.
  • Tendencia a evitar situaciones que requieran un compromiso emocional o responsabilidad afectiva.

Es importante tener en cuenta que estas características pueden variar en intensidad y que algunas personas pueden presentar solo algunas de ellas.

Referencias

Meloy, J. R. (2001). Apuntes sobre la psicopatía interpersonal y afectiva. Editorial Sanz y Torres.

Hare, R. D. (2003). Manual para la Revision de la Escala de Evaluación de Psicopatía Revisada (PCL-R) (2da ed.). Editorial Multi-Health Systems.

American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.). American Psychiatric Publishing.

Cleckley, H. (1988). The mask of sanity: An attempt to clarify some issues about the so-called psychopathic personality (5th ed.). Emily S. Cleckley.

Decety, J., & Cowell, J. M. (2014). The complex relation between morality and empathy. Trends in Cognitive Sciences, 18(7), 337-339. https://doi.org/10.1016/j.tics.2014.04.008

Eisenberg, N. (2000). Emotion, regulation, and moral development. Annual Review of Psychology, 51(1), 665-697. https://doi.org/10.1146/annurev.psych.51.1.665

Impacto del matrimonio y el divorcio en el bienestar Infantil

Los estudios sobre el impacto en los niños de padres que se quedaron juntos por ellos en comparación con aquellos cuyos padres se divorciaron indican que la situación puede variar significativamente según varios factores, incluidos el nivel de conflicto y la calidad de la relación de los padres. A continuación, se presentan algunos puntos clave basados en investigaciones recientes:

Matrimonios Infelices y su Impacto en los Niños:

    • Los niños son muy perceptivos y pueden detectar la tensión y el conflicto entre sus padres, incluso si no se expresan de manera explícita. Permanecer en un matrimonio infeliz puede afectar negativamente el bienestar emocional de los niños, llevándolos a experimentar estrés, ansiedad y problemas de comportamiento.

    Comparación de Impactos:

      • En general, los niños de padres divorciados tienden a experimentar más problemas a corto y largo plazo en comparación con aquellos cuyos padres no se divorcian. Sin embargo, los problemas suelen ser más graves si los padres permanecen juntos en un ambiente altamente conflictivo.

      Efectos Negativos de los Matrimonios Infelices:

        • La permanencia en un matrimonio infeliz «por el bien de los niños» puede causar más daño que bien. Ver a sus padres en una relación infeliz tiene consecuencias negativas significativas para los niños, incluida la posible normalización de relaciones insatisfactorias y conflictivas.

        Beneficios de la Separación en Ambientes de Alto Conflicto:

          • En situaciones de alto conflicto, los niños pueden beneficiarse más si los padres se divorcian y gestionan bien la separación, en lugar de permanecer juntos en un ambiente hostil. La gestión activa y saludable de la separación puede ayudar a mitigar los efectos negativos en los niños.

          Problemas a Largo Plazo:

            • Los niños de padres que permanecen juntos en un matrimonio infeliz pueden desarrollar problemas de comportamiento y dificultades en sus propias relaciones en el futuro. Mientras que los niños de padres divorciados también pueden enfrentar desafíos, estos suelen estar relacionados con la estabilidad económica y el ajuste a nuevas dinámicas familiares.

            En resumen, la decisión de quedarse juntos o divorciarse debe considerar el nivel de conflicto y el bienestar general del entorno familiar. En algunos casos, el divorcio gestionado adecuadamente puede ser menos perjudicial que permanecer en una relación conflictiva y poco saludable.

            Referencias

            Freed Marcroft. (2023, October 8). What’s better for kids: Staying in an unhappy marriage or divorce? Retrieved from https://freedmarcroft.com/whats-better-for-kids-staying-in-an-unhappy-marriage-or-divorce/

            Rec Parenting. (2024, February 14). Should we divorce or stay together for the kids? Retrieved from https://www.recparenting.com/es/para-padres/should-we-divorce-or-stay-together-for-the-kids/

            Fishel, A. (2024, April 25). 3 problems with staying together for the kids. Psychology Today. Retrieved from https://www.psychologytoday.com/us/blog/communicating-through-change/202404/staying-together-for-the-kids

            Child Encyclopedia. (n.d.). How parents can help children cope with separation/divorce. Retrieved from https://www.child-encyclopedia.com/divorce-and-separation/according-experts/how-parents-can-help-children-cope-separationdivorce

            Shaheen & Gordon, P.A. (2024, January 31). Understanding the impact of divorce on children. Retrieved from https://www.shaheengordon.com/blog/2024/january/understanding-the-impact-of-divorce-on-children/

              La Física del Amor: Entendiendo la Analogía del problema de los 3 Cuerpos en las Relaciones Románticas

              La teoría de los tres cuerpos es un concepto fundamental en la física y la mecánica celeste que se refiere a la dinámica de tres cuerpos celestes que interactúan gravitacionalmente entre sí. Esta teoría se utiliza para modelar y predecir los movimientos de sistemas compuestos por tres objetos masivos, como planetas, estrellas o galaxias, bajo la influencia mutua de la gravedad.

              Una de las características más interesantes de la teoría de los tres cuerpos es la existencia de soluciones caóticas, donde las trayectorias de los cuerpos en el espacio pueden volverse impredecibles y altamente sensibles a las condiciones iniciales. Este fenómeno, conocido como caos determinista, fue descubierto por el físico y matemático francés Henri Poincaré a fines del siglo XIX mientras estudiaba el problema de los tres cuerpos.

              En la mecánica celeste newtoniana, las ecuaciones de movimiento para tres cuerpos interactuando gravitacionalmente forman un sistema de ecuaciones diferenciales ordinarias de segundo orden. Aunque es posible encontrar soluciones numéricas para estas ecuaciones utilizando métodos computacionales, resolverlas de forma analítica, es decir, encontrar expresiones cerradas para las trayectorias de los cuerpos en función del tiempo, es extremadamente difícil.

              Con el inesperado éxito de la serie del primer libro de la trilogía de Liu Cixin, refiriéndose a un problema de mecánica orbital, este problema puede utilizarse como una interesante analogía en un ámbito de dinámica social directamente en relaciones de pareja.

              La dinámica de pareja es un complejo entramado de interacciones emocionales, psicológicas y físicas que se desarrollan entre dos individuos. En este contexto, la infidelidad surge como uno de los desafíos más difíciles de enfrentar, afectando profundamente la estabilidad y la confianza en la relación. La teoría de los «3 cuerpos» en física, que describe la interacción gravitacional entre tres cuerpos celestes, ofrece una interesante analogía para comprender esta compleja dinámica.

              El individuo A representa a uno de los miembros de la pareja, con sus propias necesidades, deseos y emociones. El individuo B es el otro miembro de la pareja, con su propia individualidad y perspectiva única.

              La infidelidad puede entenderse dentro de esta analogía como la introducción de un tercer cuerpo en el sistema (individuo C), perturbando el equilibrio establecido entre A, B y su relación. Esta «tercera fuerza» puede manifestarse de diversas formas, ya sea en la forma de una aventura física, emocional o virtual. Al igual que en la física, donde la presencia de un tercer cuerpo altera las órbitas y trayectorias de los otros dos, la infidelidad tiene el potencial de desestabilizar profundamente la relación de pareja.

              La respuesta a la infidelidad puede variar según la percepción y la interpretación de cada individuo involucrado. Algunos pueden experimentar una sensación de traición y pérdida de confianza, mientras que otros pueden verla como una oportunidad para reflexionar y fortalecer la relación. Sin embargo, la presencia de esta «tercera fuerza» inevitablemente desencadena cambios en la dinámica de pareja, que pueden conducir a la reconfiguración de roles, expectativas y límites.

              Así como en la física, donde la interacción entre los tres cuerpos puede generar fenómenos complejos como las resonancias y las órbitas caóticas, en la dinámica de pareja, la infidelidad puede desencadenar una serie de reacciones emocionales y comportamentales impredecibles. La comunicación abierta, la empatía y el compromiso mutuo son fundamentales para abordar estas turbulencias y restaurar el equilibrio en la relación.

              En conclusión, la dinámica de pareja, la infidelidad y la analogía física de los 3 cuerpos ofrecen una perspectiva interesante para comprender la complejidad de las relaciones humanas. Al igual que en el universo, donde las fuerzas gravitacionales moldean el movimiento de los cuerpos celestes, en el mundo de las relaciones, las interacciones entre individuos y la presencia de «terceras fuerzas» pueden dar forma al destino de una pareja. Solo a través del entendimiento, la aceptación y el trabajo conjunto, es posible navegar por estas turbulencias y encontrar un camino hacia la armonía y la conexión verdadera.

              Imagen tres cuerpos influyendo gravitacionalmente entre sí STOCKTREK IMAGES / GETTY IMAGES

              Referencias

              Poincaré, H. (1890). Sur le problème des trois corps et les équations de la dynamique. Acta Mathematica, 13(1), 1-270.

              David Benioff, D.B. Weiss, y Alexander Woo (Guionistas y productores ejecutivos). (2024). El problema de los 3 cuerpos. https://www.netflix.com

              ¿Amor o dependencia?

              El amor y la dependencia son dos conceptos muy diferentes que a menudo se confunden en relaciones tormentosas y dañinas. Es importante distinguirlos para poder reconocer patrones poco saludables y tomar medidas para construir vínculos más sanos.

              El amor implica una conexión profunda, un apego sano y un deseo genuino de ver feliz y realizado a la otra persona. Implica respeto, confianza, comprensión y aceptación mutuos. En una relación amorosa sana, ambas partes se sienten libres de ser ellas mismas sin temor a ser juzgadas o controladas. Hay espacio para la individualidad y el crecimiento personal.

              Por otro lado, la dependencia emocional es un apego enfermizo y obsesivo que suele derivar de una falta de autoestima y seguridad en uno mismo. La persona dependiente teme perder a su pareja y hace cualquier cosa por complacerla y mantenerla a su lado, incluso sacrificando su propia identidad y bienestar. Esta necesidad de aprobación y validación externas muchas veces conduce a patrones de codependencia, sumisión, manipulación y conductas controladoras.

              En las relaciones tormentosas, la línea entre amor y dependencia se desdibuja peligrosamente. La dependencia emocional suele manifestarse como celos enfermizos, inseguridades, desconfianza, necesidad excesiva de atención y drásticos cambios de humor. Estos comportamientos pueden derivar en abuso verbal, emocional o incluso físico. La persona dependiente puede aferrarse a su pareja aunque la relación sea tóxica e insana, temerosa de perder ese vínculo del cual depende su identidad y autoestima.

              Desde un punto de vista psicológico, la dependencia emocional a menudo tiene raíces en experiencias de la infancia como falta de afecto, abandono, negligencia o apegos inseguros con los cuidadores. Las creencias disfuncionales sobre uno mismo y sobre las relaciones de pareja también pueden alimentar estos patrones adictivos en el amor. El ciclo de la violencia y el abuso también puede dejar cicatrices que aumentan la dependencia emocional hacia el perpetrador.

              Es crucial aprender a diferenciar el amor sano de la dependencia enfermiza. El amor no debería herir ni limitar a las personas involucradas, sino permitirles desarrollarse, crecer y alcanzar su máximo potencial juntas. La terapia, el trabajo en la autoestima y el establecimiento de límites personales son claves para romper el ciclo de las relaciones tormentosas y aprender a amar de una manera más plena y saludable.

              Referencias

              Bornstein, R. F. (2016). The complex relationship between dependency and domestic violence: Converging psychological factors and social forces. American Psychologist, 71(6), 470-481. https://doi.org/10.1037/a0040313

              Feeney, J. A. (2008). Adult romantic attachment: Developments in the study of couple relationships. En J. Cassidy & P. R. Shaver (Eds.), Handbook of attachment: Theory, research, and clinical applications (pp. 456-481). The Guilford Press.

              Lerner, H. G. (1989). The dance of intimacy: A woman’s guide to courageous acts of change in key relationships. Harper & Row.

              Murphy, C. M., & Eckhardt, C. I. (2005). Treating the abusive partner: An individualized cognitive-behavioral approach. The Guilford Press.

              Perel, E. (2017). The state of affairs: Rethinking infidelity. Harper.

              Shaver, P. R., & Mikulincer, M. (2012). An attachment perspective on coping with eating-related trauma. En P. Costanzo & R. Stein (Eds.), Helados, tortas y bombones: Exploraciones psicoanalíticas sobre el comer y el apetito (pp. 195-219). Lumen.

              Young, J. E., Klosko, J. S., & Weishaar, M. E. (2003). Schema therapy: A practitioner’s guide. The Guilford Press.

              Los noviazgos largos: Un análisis de los riesgos potenciales

              Los noviazgos prolongados han sido un tema de debate en la sociedad moderna. Mientras que algunos los consideran una oportunidad para fortalecer los lazos emocionales y prepararse para el matrimonio, otros señalan los peligros inherentes a estas relaciones duraderas. En este post, se analizarán algunos de los riesgos más significativos asociados con los noviazgos largos, respaldados por investigaciones académicas y observaciones sociológicas.

              Uno de los principales peligros de los noviazgos largos es el estancamiento emocional. Según un estudio realizado por Rhoades, Stanley y Markman (2009), las parejas que permanecen en una relación de noviazgo por más de cinco años tienden a experimentar una disminución en la satisfacción y el compromiso. Esta situación puede conducir a una sensación de rutina y falta de crecimiento personal, lo que a su vez puede socavar los cimientos de la relación (Rhoades, Stanley y Markman, 2009).

              Otro riesgo notable es el fenómeno conocido como «inercia relacional» (Knoester y Booth, 2008). Este concepto se refiere a la tendencia de las parejas a permanecer juntas simplemente por la comodidad y la familiaridad, en lugar de hacerlo por una elección consciente y un compromiso genuino. Esta situación puede conducir a un sentimiento de insatisfacción y resentimiento a largo plazo, lo que eventualmente puede llevar al deterioro de la relación (Knoester y Booth, 2008).

              Además, los noviazgos largos pueden presentar desafíos en términos de desarrollo personal y profesional. Según un estudio realizado por Shulman y Connolly (2013), las personas que se comprometen en relaciones de pareja a una edad temprana pueden experimentar una mayor dificultad para establecer una identidad individual y alcanzar sus metas personales. Esta situación puede generar tensiones y conflictos dentro de la relación, lo que podría socavar su estabilidad a largo plazo (Shulman y Connolly, 2013).

              Por último, es importante mencionar los riesgos financieros asociados con los noviazgos largos. Muchas parejas optan por cohabitar o incluso adquirir propiedades conjuntas durante este período, lo que puede conducir a complicaciones legales y económicas en caso de una eventual ruptura (Brinig y Garrison, 2008). Esta situación puede ser particularmente desafiante para aquellas parejas que no han establecido acuerdos claros sobre la propiedad y las responsabilidades financieras (Brinig y Garrison, 2008).

              En conclusión, si bien los noviazgos largos pueden ofrecer beneficios emocionales y la oportunidad de construir una base sólida para una relación duradera, también conllevan riesgos significativos que no deben ignorarse. Es fundamental que las parejas sean conscientes de estos peligros y tomen medidas proactivas para abordarlos, como mantener una comunicación abierta, fomentar el crecimiento individual y establecer acuerdos claros sobre los aspectos prácticos de la relación.

              Referencias

              Brinig, M. F., y Garrison, M. (2008). Cohabitación, matrimonio y divorcio: Una perspectiva económica. Cambridge University Press.

              Knoester, C., y Booth, A. (2008). La inercia relacional y la disolución de la cohabitación y el matrimonio. Revista de Familia, 69(2), 267-278.

              Rhoades, G. K., Stanley, S. M., y Markman, H. J. (2009). El impacto del noviazgo prolongado en el matrimonio y el compromiso. Journal of Family Psychology, 23(5), 728-738.

              Shulman, S., y Connolly, J. (2013). El desafío del desarrollo romántico: Situación, identidad y normas. Avances en el desarrollo del niño y del adolescente: Un manual anual, 45, 109-151.