¿Las decisiones son «buenas» o «malas»?

Depende desde qué perspectiva las analices, la mayoría de las personas y sociedades sí hacen juicios sobre decisiones como «buenas» o «malas» basándose en normas culturales, leyes, o ética común, pero eso pertenece a un ámbito de filosofía moral, lo cual en gran parte de los casos genera culpa, comportamientos sobrecompensatorios y manipulación bilateral.

Pero en general, la psicología tiende a evitar juicios morales absolutos sobre las decisiones. En su lugar, se centra en comprender los procesos de toma de decisiones, sus efectos en el bienestar psicológico, y cómo las personas perciben y evalúan sus propias decisiones y las de los demás.

La psicología puede proporcionar herramientas para evaluar los consecuentes y las consecuencias de las decisiones en términos de salud mental, adaptación y funcionamiento social, pero generalmente evita etiquetar las decisiones como universalmente «buenas» o «malas».

La destigmatización de las decisiones es un tema importante en psicología, con implicaciones significativas para el bienestar individual y social. Veamos algunos aspectos clave:

Impacto del estigma:

  • El estigma asociado a ciertas decisiones puede causar estrés, ansiedad y depresión.
  • Puede llevar al aislamiento social y a evitar buscar ayuda cuando se necesita.

Contextualización de las decisiones:

  • La psicología enfatiza la importancia de entender el contexto en el que se toman las decisiones.
  • Factores como el entorno, las experiencias pasadas y los recursos disponibles influyen en las elecciones.

Teoría de la atribución:

  • Esta teoría explica cómo las personas interpretan las causas de los comportamientos y eventos.
  • Destigmatizar implica reducir las atribuciones negativas hacia las decisiones de otros.

Psicología del error:

  • Reconocer que los errores son parte natural del aprendizaje y crecimiento humano.
  • Promover una cultura que vea los «errores» como oportunidades de aprendizaje.

Terapia cognitivo-conductual:

  • Ayuda a las personas a identificar y cambiar pensamientos negativos sobre sus decisiones.
  • Fomenta una perspectiva más balanceada y menos autocrítica.

Inteligencia emocional:

  • Desarrollar la capacidad de entender y manejar las emociones propias y ajenas.
  • Ayuda a responder de manera más empática a las decisiones de otros.

Psicología positiva:

  • Enfocarse en las fortalezas y el crecimiento personal en lugar de en los «errores».
  • Promover la resiliencia y la capacidad de recuperación tras decisiones difíciles.

Educación y conciencia pública:

  • Aumentar la comprensión sobre los procesos de toma de decisiones y sus complejidades.
  • Fomentar una sociedad más comprensiva y menos juzgadora.

La destigmatización de las decisiones no solo beneficia a los individuos, sino que también puede llevar a una sociedad más empática y abierta, donde las personas se sientan más cómodas buscando ayuda y aprendiendo de sus experiencias.

Referencias

Beck, J. S. (2011). Cognitive behavior therapy: Basics and beyond. Guilford Press.

Goleman, D. (2006). Emotional intelligence. Bantam.

Lerner, J. S., Li, Y., Valdesolo, P., & Kassam, K. S. (2015). Emotion and decision making. Annual Review of Psychology, 66, 799-823.

Neff, K. D. (2011). Self‐compassion, self‐esteem, and well‐being. Social and Personality Psychology Compass, 5(1), 1-12.

Seligman, M. E. P., & Csikszentmihalyi, M. (2000). Positive psychology: An introduction. American Psychologist, 55(1), 5-14.

Separar las Creencias Personales del Modelo Terapéutico: Un Imperativo Ético

En el campo de la terapia, es fundamental que los terapeutas mantengan una distinción clara entre sus propias creencias y valores personales y el enfoque terapéutico que aplican. Mezclar estos dos aspectos puede socavar la integridad del proceso terapéutico y potencialmente causar daño al cliente. En este ensayo, exploraremos las razones por las cuales es crucial que los terapeutas eviten imponer sus creencias personales en la terapia y, en su lugar, adhieran fielmente a los principios y técnicas del modelo terapéutico elegido.

En primer lugar, el objetivo primordial de la terapia es ayudar al cliente a alcanzar sus metas y abordar sus desafíos de una manera ética y efectiva (Corey, 2017). Cuando un terapeuta impone sus propias creencias o valores, corre el riesgo de desviar la atención del cliente y de sus necesidades específicas. Esto puede llevar a una terapia sesgada y potencialmente ineficaz, ya que el enfoque se centra en las preocupaciones del terapeuta en lugar de en las del cliente.

Además, los modelos terapéuticos establecidos están respaldados por investigaciones científicas y han demostrado su efectividad a través de pruebas rigurosas (Baer, 2019). Al adherirse a estos modelos, los terapeutas garantizan que están utilizando técnicas y enfoques validados empíricamente, lo que aumenta las posibilidades de un resultado positivo para el cliente. Si un terapeuta incorpora sus propias creencias personales, puede comprometer la integridad del modelo terapéutico y socavar la base científica que lo sustenta.

Otro aspecto crucial es el respeto por la autonomía y la autodeterminación del cliente (American Psychological Association, 2017). Al imponer sus creencias personales, el terapeuta corre el riesgo de infringir los derechos y la libertad de elección del cliente. Esto puede generar una dinámica de poder desigual y socavar la confianza y la alianza terapéutica, elementos fundamentales para el éxito de la terapia.

Finalmente, mezclar creencias personales y modelo terapéutico puede plantear problemas éticos y legales (Pope & Vásquez, 2016). Dependiendo de la naturaleza de las creencias impuestas, un terapeuta podría estar violando los códigos de conducta profesional. Esto no solo pone en peligro la relación terapéutica, sino que también puede dañar la reputación y la credibilidad del terapeuta y de la profesión en general.

En conclusión, es imperativo que los terapeutas mantengan una separación clara entre sus creencias personales y el modelo terapéutico que practican. Al hacerlo, garantizan que la terapia se centre en las necesidades y metas del cliente, que se utilicen técnicas respaldadas por la investigación y que se respete la autonomía y la autodeterminación del cliente. Además, evitan problemas éticos potenciales. En última instancia, esta separación es esencial para mantener la integridad del proceso terapéutico y asegurar el bienestar del cliente.

Referencias

American Psychological Association. (2017). Ethical principles of psychologists and code of conduct. https://www.apa.org/ethics/code/

Baer, R. A. (2019). Evidence-based mindfulness practices for a diverse world. En I. Ivtzan (Ed.), Handbook of mindfulness-based programmes: Mindfulness intervention from education to health and therapy (pp. 35-52). Routledge.

Corey, G. (2017). Theory and practice of counseling and psychotherapy (10th ed.). Cengage Learning.

Pope, K. S., & Vásquez, M. J. T. (2016). Ethics in psychotherapy and counseling: A practical guide (5th ed.). John Wiley & Sons.

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